miércoles, 10 de diciembre de 2025

El cojo y el loco

 

La obra del escritor peruano Jaime Bayly (1965) es, en buena parte, satírica. Muchos no entienden la obra de Bayly, porque dejan de lado que él forma parte de la gran tradición satírica de la literatura y el periodismo peruano. En otras palabras, Bayly es nuestro Felipe Pardo y Aliaga del siglo 21. Por eso, varias de sus obras son sátiras sobre la sociedad peruana y, en específico, limeña. Por ejemplo, ahí están claramente Los últimos días de La Prensa, Pecho frío y El cojo y el loco. También hay novelas que contienen componentes satíricos, como Y de repente un ángel y Los genios. Hay que indicar que Bayly usa una sátira burlesca y, a veces, lo usa de manera inteligente para matizar una historia dramática como la muerte de su padre (en Y de repente, un ángel) o la amistad que se quiebra entre Vargas Llosa y García Márquez (en Los genios). Sin embargo, en obras puramente satíricas como El cojo y el loco no usa, en mi opinión, el componente satírico con la precisión debida.

El cojo y el loco es una novela corta del año 2009. Cuenta la historia del cojo (su padre) y el loco (su primer suegro) a través de una ficción que satiriza de manera ácida y burlesca a dos hombres de la clase alta limeña que nacen o adquieren una discapacidad que los estigmatiza y traza un destino aciago para sus protagonistas. Como toda novela de Bayly, la trama atrapa rápidamente y el lector no suelta el libro hasta terminarlo. Asimismo, la sátira burlesca que emplea Bayly para caricaturizar a sus personajes principales (y secundarios) logra la complicidad del lector. No obstante, como en otras novelas fallidas del autor (como La lluvia del tiempo), el humor demasiado chabacano, explícito y redundante en temas sexuales le quita fuerza a la sátira. Por ejemplo, en esta novela El cojo y el loco, el cojo es un hombre primario, machista y violento que solo busca meterle “kilómetros de pinga” a Dorita, su futura esposa. Claro, la primera vez que lo lees te sonríes, pero el problema es que Bayly hace hincapié en esto una y otra vez de manera cansina y termina por agotar al lector: “Dorita, puta de mierda, porque ahora te vas a comer esta rataza que tengo para ti”. Por tanto, al leer a Bayly, uno siente que los reguetoneros parecen poetas en comparación a él.

Finalmente, debo agregar que al ser una sátira que muestra a sus personajes como seres primarios, discapacitados y machistas, podría ser válido hacer uso de este humor procaz y chabacano. Sin embargo, el poder crítico de la sátira literaria se diluye y se empobrece. Por todo lo anterior, El cojo y el loco es un libro fallido desde mi punto de vista.

 

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