viernes, 23 de diciembre de 2011

Habrá que hacer algo mientras tanto


La novela breve Habrá que hacer algo mientras tanto (2005), del peruano Ezio Neyra Magagna (1980), es regular en calidad. La primera vez que la leí, el mismo año de su publicación, me pareció buena, pero ahora que la he releído reconocí sus defectos y también algunas de sus virtudes. Se nota que es el libro de alguien que se inicia en el oficio de la literatura y, por tanto, su prosa está en proceso de transición y solo por momentos coge vuelo y propia personalidad. El inicio resulta bueno, como una suerte de prólogo o introducción a lo “Velódromo” de Fuguet, para luego abordar el relato de los tres personajes que “también éramos uno”: Alto, Flaco y Mediano, quienes buscan darle un sentido a sus vidas construyendo una nave y partiendo en un “viaje” sin destino. Sin embargo, los conflictos entre ambos, que existen por doquier, al momento de construir su embarcación y durante la travesía resultan superficiales e irreales. Ezio Neyra no llega a formar o crear, y solo queda en el intento, un mundo ficcional con sus propias leyes y autonomía. A pesar de todo esto, la virtud de esta novela está en ese mismo empeño por construir una novela, digamos, existencialista (el título y el epígrafe de Freud no resultan casuales) pero que huye de lo real, para enclavarla en lo fantástico, lo irreal, lo figurativo, lo metafórico. Sin embargo, y como ya dijimos, Neyra solo se queda en el intento y no llega a cuajar una propuesta que quiso ser original. Con todo, Neyra demuestra cierto talento y puede escribir algo mejor en el futuro.

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