domingo, 1 de julio de 2012

Voy a 200 km por hora


Mi auto es un Toyota Corona del 82, color rojo. Se lo compré a mi hermano a un precio cómodo, pero tiene un valor sentimental mayor pues perteneció antes a mi papá, quien dejó de manejar porque renegaba mucho. En mi época de niño el Toyota paraba guardado en el garaje y mi padre solo usaba el Volkswagen blanco del 80, que un día desapareció o no fue devuelto por una persona que se hacía llamar su amigo. El Toyota solo era usado para cosas importantes, entre ellas cuando viajábamos a la tierra de mi padre (Caravelí, Arequipa). Crecí, pues, mirando a estos dos autos y soñaba con un día manejar el Volkswagen blanco, hasta que un día éste no regresó. Hace tres años estuve a punto de comprarme un escarabajo de segunda mano, pero perdí mi empleo y tuve que posponer mi deseo.

A comienzos de año adquirí el Toyota (ya que mi hermano se había comprado un auto nuevo) y fue una manera de suplir la fallida compra del Volkswagen. Hace poco más de un mes obtuve mi brevete de conducir. Obtener el bendito brevete me demandó casi dos meses y fue como una pequeña Odisea: jalé repetidas veces hasta que al final lo conseguí. La última vez que fui al local del Touring (en la Panamericana Sur) hasta los jueces me conocían y uno me dio su teléfono en caso saliera jalado una vez más. ¡Por supuesto, jefe. Yo lo llamo!, le dije con una sonrisa.

Ahora manejo ese toyotita rojo y me siento como un niño con su juguete nuevo, me siento como un Schumacher, un Ayrton Senna que va a 50 Km por hora. Me siento un piloto de fórmula uno en mi imaginación, pero la realidad es que manejo como una viejita miedosa que llega a las justas a 50 km. Hace un mes cruce por primera vez el Ovalo de Higuereta y para mí fue un suceso mundial, un hecho trascendental en mi vida; por supuesto que lo crucé un domingo a las 7 a.m., hora en la que hay poquísimos carros y el riesgo es casi inexistente. Hoy me arriesgué hasta el Ovalo de Miraflores y así, espero, ir avanzando en mi recorrido por Lima.

El otro día, en una entrevista televisiva, escuché decir al piloto peruano Nicolás Fuchs que la máxima velocidad que ha alcanzado es 266 km por hora. Cuando escuché esto, no me quedó más que reírme para mí mismo. ¡Yo te gano!, imaginé decirle, a manera de bromita. También me acordé de esa hermosa canción de Roberto Carlos en la que señala: “Voy a 200 km por hora. Voy a parar de pensar en ti y prestaré atención al camino”. Yo haría mía esta frase, pero solo cambiaría el 200 por 50.  

http://www.youtube.com/watch?v=KxPKtzrolqw

2 comentarios:

Santiago dijo...

la verdad es que tu toyota corolla esta en muy buen estado para tener esos años. se ve que lo cuidas mucho, Seguro que anda mejor que cualquier modelo nuevo de ahora

Jorge Rodríguez Gil dijo...

Santiago, gracias por comentar. Un abrazo. Jorge.