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Escribo
esto a mitad del libro, y lo hago porque tengo una pena en el corazón. Hace
tres meses conocí a una cuzqueña linda en una discoteca. Primera vez que
conocía a alguien en serio en una discoteca, donde lo normal es tener solo
aventuras. Hicimos química de inmediato y salimos una vez junto con sus amigas.
No miento, fue una de las salidas más bonitas que tuve en mi vida. Pensé: yo
quiero una chica así. Y ese día, no pude contener mis ganas, le dije que me
parecía linda y que quería conocerla. Ella aceptó y acordamos salir para
conocernos. Pero su trabajo y falta de tiempo impidió que esto ocurriera un par
de veces. Sin embargo, conforme las semanas pasaban, ella comenzó a poner
excusas cada vez más inverosímiles y comencé a sospechar que su interés estaba
disminuyendo. Me esforcé entonces por hacer méritos para salir con ella, pero
parece que no dio resultado. Hace tres semanas fue la última vez que hablamos
por teléfono y le confesé nuevamente mi gran interés, pero ella se excuso
diciendo que estaba ocupada, que acababa de salir de una relación y que me veía
como amigo. Y yo ahora, a pesar de mantener ese gran interés, he tenido que
hacer de tripas corazón y no he vuelto a insistirle. En estas semanas no la he
llamado, a pesar que ganas no me han faltado. Y esta sensación de vacío, pena,
nostalgia por algo que pudo ser y parece que no será, me deja apenado. Sin
embargo, viéndolo desde un plano más amplio y optimista, pienso que sí me sirve
de repente no para escribir una historia de ella (porque faltó que sucedieran
más cosas), pero sí para dar pie a este libro, para recoger emociones que me
hicieron recordar historias pasadas, para recordar que a pesar de la evidente
pena, esta pasa y la alegría y la sonrisa vuelven a aparecer. Me gustaría
pensar que la historia con esa chica (la cuzqueñita) va a acabar en una final
feliz, en un final a lo Charles Chaplin en Tiempos
modernos o La quimera de oro,
pero eso es incierto. Sin embargo, el tiempo pasa y lo más importante, a pesar
de las derrotas amorosas y que a veces nos provoque llorar, es mantener la
sonrisa, el optimismo. Sí, eso es, mantener la sonrisa, el optimismo y pensar
que eso que sueñas pasará.