jueves, 29 de octubre de 2015

Diario de un profesor (19)

La semana pasada vi un documental alemán llamado "Mejor es tener nada a tener absolutamente nada" (2010). En el documental, había un hombre de unos 40 años, que había estudiado filosofía, y que laboraba en un colegio de alumnos problema; es decir, alumnos que habían sido retirados de otros colegios y nadie quería recibir. Hubo una frase que dijo que me impactó: "Los dos primeros años no podía dormir por el miedo". Agregó que luego de tres años pudo recién vencer su miedo y aprendió a comprender y lidiar con esos estudiantes a los cuales respetaba y quería.

Aquella frase señala algo fundamental: el miedo es algo normal o natural. Todo profesor, al menos una vez en su vida, ha sentido miedo al lidiar con sus alumnos, miedo de no estar a la altura de las circunstancias, miedo de no tener el carácter, el temple, para llevar a buen puerto a un grupo de muchachos. Lo hermoso de aquella frase es que aquel hombre también da la respuesta o solución: su amor por los alumnos, su fuerte convicción por la enseñanza, y de que ésta puede hacer de ellos mejores personas, lo hizo perseverar, no aflojar, no tirar la toalla.  Aquel hombre no pudo dormir dos años, pero luego, en base a amor y perseverancia, se dio cuenta -eso también él lo dice en el documental- que el truco estaba en saber escuchar a aquellos estudiantes, en ser abierto y sincero con ellos y así se fue ganando su respeto. ¡Qué hermosas palabras de aliento para aquellos que nos dedicamos a este oficio!

sábado, 10 de octubre de 2015

Diario de un profesor (18)

El lunes pasado arranqué un nuevo ciclo en el instituto donde trabajo. Sin embargo, y a diferencia de otros ciclos, y luego de 4 años en la misma institución, siento una falta de motivación. Primero, porque no he terminado de escribir el libro de cuentos que me propuse terminar este año. Segundo, porque no he tenido realmente vacaciones para reponer energías, ya que he estado trabajando en otra institución donde soy nuevo. Tercero, porque mi sueldo es exactamente el mismo al de hace 4 años. Y finalmente, y sobre todo, porque siento el desgaste del paso de los años, a pesar que soy joven.

Hace casi diez años comencé a enseñar, y tras una pausa de 2 años y medio (de setiembre del 2008 a marzo del 2011) en que me dediqué a otras cosas, retomé la enseñanza en marzo del 2011. Es decir, llevo más de 7 años enseñando y 4 años y 7 meses  ininterrumpidos dedicándome  a la docencia. Sin embargo, ahora, más que nunca, siento una pesadez, una modorra de preparar mis clases, cuando en el fondo me gustaría dedicarme a terminar de escribir mi libro de cuentos. Me pregunto: ¿qué hacer en esos casos? ¿Cómo me motivo? ¿Cómo encontrar dentro de la rutina esa magia o pasión que desbordaba cuando comencé a enseñar? ¿Cómo no perder la pasión tal como ocurre con el potro salvaje del cuento de Horacio Quiroga? No lo sé exactamente. Sin embargo, sé que debo dejar todo de mí en cada clase, no ser un profesor mediocre, dar lo mejor de mí a los alumnos. Dar mi vida, tal como mis admirados profesores Óscar Luna Victoria, Eduardo Rada y Antonio Gonzalez. Debo, como un deportista, no dejarme abatir, pelear cada "partido" como si fuese el último, y de pronto, sin darme cuenta, como un acto de magia, encontrar esa luz que habita dentro de mí y que le da sentido a nuestras vidas: la pasión.

jueves, 8 de octubre de 2015

Esperando la noche

Esperando la noche (2015) es la primera novela de la escritora peruana y amiga Nieves Vargas, quien radica en España hace más de diez años. Conocí a Nieves en el año 2002 cuando estudiamos en el Club de Teatro de Lima, institución del fallecido Reynaldo D´Amore. Ese año fue para mí el mejor año de mi vida: por los buenos amigos, por el teatro y la infinidad de obras que fuimos a ver, y sobre todo por la vida bohemia. Leyendo la novela de Nieves Vargas, palpo que, al igual que para mí, ese año dejó una profunda huella en ella.

Esperando la noche es la historia de un grupo de amigos del Club de Teatro que comparten su pasión por las tablas y que viven la noche de manera intensa; pero, por sobre todo, la novela gira alrededor de Terry, una joven de poco más de veinte años, de carácter intenso, voluble y liberal que esconde heridas del pasado que quiere exorcisar. La narradora de la historia es una mujer de 81 años, soltera, que está de viaje por España, y rememora sus años de jueventud, en que perteneció a aquel grupo de jóvenes del Club, y fue gran amiga y confidente de la vida atribulada de Terry.  Así, la narradora nos hace conocer el mundo de Terry, que posee una personalidad compleja y seductora, y que detrás de sus costumbres liberales, esconde, como toda mujer, el anhelo de un hombre que la rescate del vacío que la envuelve.

Personalmente, leyendo la novela, y siendo buen amigo de la autora, no me queda más que reconocer que hubo cosas que me gustaron y otras que pudieron ser mejor. Me gustó la riqueza sicológica de la protagonista, ya que está retratada con matices. Además, la autora hace de Terry un personaje rico y sólido. Me gustó también el retrato que hizo de algunos personajes del Club, como la Acróbata, el divertido y loco Titiritero, y las pinceladas acerca del Coyote, la Abogada, Mundo Pequeño y Mente Sana. También destaco el retrato que hizo del bar Pier´s, con sus infinitas puertas y habitaciones, de la noche, del cigarro, del humo. Asimismo, hay pasajes logrados en cuanto a la prosa, como cuando describe la chacra del abuelo de Terry en Huaral, la escena de amor de Terry con el hombre del cual se llega a enamorar; es decir, hay pasajes de bella prosa.

En cuanto a lo negativo, destaco cierta incoherencia con respecto al tiempo, ya que si la narradora tiene 81 años (es decir, nació en 1934), cómo se explica, en una de las escenas finales, que el abuelo de Terry haya nacido en 1909. Por otro lado, y pese a que la edición del libro está bien hecha en cuanto a la portada, a la calidad del papel y el tipo de letra, he encontrado en el texto varios errores de tildación y sobre todo ausencia de signos de puntuación: comas, punto y seguido, dos puntos y rayas. Creo que con un buen corrector, el texto hubiera resultado mejor.

Pese a lo anterior, es libro me gustó y me conmovió; la autora es una buena y minuciosa observadora de los caracteres de sus personajes y en ocasiones su prosa se lee como un poema lírico. Y por sobre todo, me gustó porque me hizo regresar al pasado y recordar, o volver a vivir, aquel inolvidable año del 2002 en que éramos jóvenes y la amistad era genuina pero efímera ante el paso del tiempo. 


domingo, 4 de octubre de 2015

Contarlo todo

Publicada en el 2013, Contarlo todo, del escritor peruano Jeremías Gamboa (1975) tuvo, antes de aparecer, grandes elogios de nuestro Nobel Mario Vargas Llosa. Esto hizo que su aparición en el mercado editorial, viniera precedida de un gran interés por parte de los lectores y una gran campaña de marketing. Sin embargo, las críticas no le fueron tan favorables: muchos dijeron que era solo una novela regular y no la gran novela que había señalado Vargas Llosa; otros, simplemente la demolieron.

Recién hace una semana y media comencé a leer la novela (que tiene 500 páginas) y la verdad es que me encantó de inicio a fin. Es una de las mejores novelas de aprendizaje que he leído en mi vida y terminé identificándome con el protagonista. ¿Cuál es el argumento? Es la historia dre Gabriel Lisboa, álter ego del autor, un joven humilde, que vive con sus tíos en Santa Anita, que logra gracias a su talento y esfuerzo estudiar Comunicaciones en una importante universidad privada; luego, a partir de los 19,  comienza a practicar en importantes medios impresos (revistas, periódicos) y termina, a los 25, siendo editor de una importante revista de un importante medio. Es ahí que, intempestivamente, renuncia a su cómodo trabajo para cumplir su gran sueño que se ha ido incubando desde que era practicante: ser un escritor.

La novela, asimismo, no es solo la historia de un joven que quiere ser escritor, sino también una novela sobre el proceso creativo (muchas veces esquivo), sobre la amistad (reflejada en El Conciliábulo), sobre los miedos y complejos que nos acompañan, sobre el complejo amor y sobre todo, sobre la búsqueda de uno mismo por saber quién eres y qué quieres en la vida. Lisboa no lo sabe pero poco a poco irá descifrando ese enigma.

Es cierto que Contarlo todo no es Conversación en la Catedral ni La ciudad y los perros, pero es un libro muy bien escrito, bien estructurado, ambicioso en su extensión y en los temas que trata,y sincero y urgente por la verdad o las verdades que nos comunica. Y es por eso, creo yo, que el libro de Gamboa perdurará o vencerá la barrera del tiempo... No hay grandes tecnicismos formales, pero la novela es tan sincera y  está tan bien narrada, que termina impactando y conmoviendo. Finalmente, recomiendo este libro sobre todo a aquellos jóvenes que no saben qué hacer con su vida, o que de repente sueñan con escribir pero el temor les embarga. La novela de Jeremías Gamboa, sin darte una respuesta precisa, te hará sentir acompañado, menos desamparado, tal como un buen amigo.