viernes, 26 de octubre de 2012

Los amigos que perdí


Los amigos que perdí (2000) es la sexta novela del peruano Jaime Bayly (1965) y aquí se aprecia las virtudes y defectos de su autor. El libro está compuesto de cinco cartas a una amiga y cuatro amigos que perdió, básicamente porque contó secretos de ellos en sus novelas. Estas misivas, dirigidas a ellos, buscan pedirles perdón y decirles cosas que no pudo en su momento.
De las cinco cartas, las mejores son las dirigidas a Melanie (una chica con la cual tuvo más que una amistad), a Manuel (amigo con el cual tuvo una relación de admiración pero también de rivalidad y que en la vida real se trataría del periodista Jaime Bedoya), y a Sebastián (con quien tuvo una fuerte relación de deseo y amistad, y que se trataría del actor Diego Bertie). De las tres anteriores, para mi gusto, la más intensa es la relación con Melanie, porque Bayly muestra la complejidad de las relaciones humanas, esas relaciones de amistad, deseo y amor que terminan por quebrarse). L a segunda también resulta muy interesante, pues muestra como la amistad, inevitablemente, está también ligada al rencor, la envidia, la traición. La tercera, por su parte, cobra real y verdadero interés en la parte final, pues refleja que las relaciones homosexuales son igual de complejas y tensas como la relación entre hombre y mujer.
En cuanto a las virtudes de la novela y su autor, tenemos la capacidad de Bayly para engancharnos con sus historias. Ese es un gran mérito. Rápidamente uno se envuelve en la novela y no para de leer hasta terminar el libro. Y eso, personalmente, me pasa muy poco.
Otro punto a su favor es que su novela, al igual que otras, son divertidas, ágiles: te inspiran gracia, arrechura, a veces ternura.
En cuanto a su punto en contra, es que la novela no es pareja. Tiene puntos altos y bajos; incluso cada carta que escribe tiene también sus altos y bajos, momentos en que sientes que el autor escribe cosas buenas, muy interesantes; y otras en que  desentona, chirria, y te dan ganas de darle la razón a sus detractores. Partes en que la prosa es sencilla pero bien hecha y otras en que pareciera que escribiera lo primero que se le ocurre y ya no corrige, ni tacha, ni enmienda.

Sin embargo, y con todos sus defectos, yo creo que Bayly es un escritor interesante, que tiene, en su prolífica obra, cosas interesantes que valen la pena de ser leídas. Otra cosa que respeto en Bayly es que escribe con los huevos o con las entrañas, y eso se siente. Finalmente, Bayly, con sus limitaciones, ha sido perseverante en su oficio de escritor y parece que va a lograr lo que desea todo escritor: ser recordado después de su muerte con algunos de sus libros. Aquí la carta a Melanie fácilmente pasa la prueba del tiempo.

sábado, 20 de octubre de 2012

Charles Chaplin


Uno creció escuchando el nombre de Charles Chaplin: una leyenda del cine mudo, el mejor o uno de los mejores comediantes de todos los tiempos. Una leyenda a la altura de Pelé, Muhammad Alí, pero que nunca pudimos ver salvo en alguno que otro fragmento borroso que veíamos en la TV. Ahora gracias a la tecnología, podemos acceder a sus películas y apreciar su genio.

Pues bien, he tenido la oportunidad, en las últimas semanas, de ver dos películas de Chaplin: “La quimera del oro” (1925) y “El circo” (1928). Lo primero que llama la atención es que Chaplin, (nacido en Inglaterra en 1889) era el guionista, director, productor, compositor de la música, además de actor de las películas que dirigía.

Lo segundo, estas dos cintas, pertenecientes al cine mudo, son una delicia. La primera cuenta la historia de Charlot, un hombre humilde, que llega a Alaska atraído por la fiebre del oro y así poder salir de la pobreza. La segunda, la historia de un vagabundo que ingresa de casualidad a trabajar a un circo y se enamora de la hija del dueño. En ambas uno se ríe de las hermosas y simples escenas que trama Chaplin, nos devuelve a la infancia y nos hace reírnos como niños: es evidente, además, que personajes como Cantinflas o Chespirito han tenido como gran referencia al artista inglés, que hizo gran parte de sus películas en Estados Unidos. Pero Chaplin va más allá. Él se las ingenia no solo para divertir, sino también para causarnos ternura, pena, nostalgia…Las películas de Chaplin son un coctel de emociones y sensaciones. Las dos películas son pequeños dramas pero contados en tono de comedia o, a su vez, dos comedias que encierran el drama de sus personajes. Sin embargo, “La quimera de oro” tiene un final feliz; mientras que “El circo” tiene un final agridulce: por un lado, el personaje del vagabundo (Chaplin) logra que la hija del dueño del circo retorne con su padre; pero la deja ir y pierde su amor, pues comprende que con él no tiene futuro.
Otra cosa a destacar en estas dos cintas, que pertenecen a la época del cine mudo, es que transmiten más que una película llena o atiborrada de diálogos.  Chaplin, con sus gestos y escenas tan cómicas, tiernas, cotidianas y humanas, muestra la esencia del ser humano y de ahí su universalidad.  Muy recomendable.   

jueves, 18 de octubre de 2012

El camino del líder


Libro de David Fischman, Director de la Escuela de Empresa de la UPC, “El camino del líder” (2000) es interesante en el género llamado de Autoayuda.  Este libro vincula el lado empresarial con el lado humano, espiritual y nos brinda diversas pastillas, tips o fortalezas que debemos desarrollar si queremos liderar personas. Con este fin, Fischman divide su obra en 10 grandes fortalezas que caracterizan al líder: autoestima, visión, creatividad, equilibrio, aprendizaje, comunicación efectiva, entrega poder, trabajo en equipo, servicio e integridad. Y en cada fortaleza el autor brinda 3 o más artículos breves sobre cada una de estas fortalezas.

Este valioso conocimiento que brinda el autor se basa en su experiencia como gerente de una empresa y de historias milenarias de diversas culturas que destilan sabiduría. Además, como señala el mismo Fischman, todo surge cuando se da cuenta que su estilo gerencial no lo satisface ni a él ni a sus colaboradores. Él es el típico jefe gritón, loco, autoritario y sus subordinados le tienen miedo pero no confianza. A partir de reconocer ese gran defecto, comienza a desarrollar aspectos de la personalidad en los que él y todos debemos trabajar si queremos ser líderes empáticos. 

Contra lo que pueda pensarse, este libro clasificado, como ya dijimos, en el género de Autoayuda, es un buen libro en su tipo. Y esto porque su contenido es interesante y uno toma conciencia de aspectos en los que debemos trabajar para mejorar nuestro carácter (aunque a veces puede caer en el lugar común); y además, está bien escrito: Fischman tiene una prosa sobria pero bien elaborada y sintética. Por todo lo anterior, recomiendo este libro  y los demás del autor (me han hablado muy bien de “El secreto de las siete semillas”) y reconozco que dentro del mal llamado género de Autoayuda, existen cosas valiosas. Este libro es un claro ejemplo… Y ojo, no es solo una obra para futuros empresarios o líderes, sino para cualquier persona que quiere mejorar su carácter.