miércoles, 31 de diciembre de 2014

Premiación El Oficio Crítico 2014

 
El lunes pasado, en el Centro Cultural Cafae, se realizó la Premiación de El Oficio Crítico, que busca reconocer el trabajo de la gente que hace teatro en el país, y que muchas veces no tiene la cobertura de los medios tradicionales. Bajo la batuta de mi amigo Sergio Velarde, periodista, actor y crítico, el evento estuvo colmado de gente de la escena teatral y se realizó con éxito.

Conozco a Sergio y sé de su amor por el teatro y su labor como crítico, hace años, a través de su blog El Oficio Crítico. Estuve presente en las dos primeras premiaciones y me satisface ver que cada vez el evento atrae más gente de la escena teatral. Personalmente, no estoy de acuerdo con esa distinción de teatro comercial y teatro independiente, ya que eso genera bandos y no genera unidad (al respecto, el discurso de la actriz Gisela Ponce resultó clave: hay que unir esfuerzos). Sin embargo, la premiación de este año, en su cuarto número, atrajo gente de teatro que pertenece a estos supuestos dos grupos y permitió que, al menos una vez al año, se reconozcan, se saluden, se vinculen. Así gente de la Ensad, del Club de Teatro de Lima, de Teatro Racional, de Plan 9, etc., se dieron cita y de por sí eso resultó estimulante o motivador.

Me agradó personalmente los divertidos y profundos discursos de los hombres y mujeres de teatro: Ernesto Ráez, Paco Caparó, Gisela Ponce de León, Ricardo Morante, etc. Y comprobar la pasión, el gran trabajo en equipo y la investigación que hay detrás de cada puesta en escena. También me gustó que se rinda un homenaje a los actores, actrices o gente vinculada al teatro que nos dejaron este año. Hubo discursos muy sentidos (aunque recomiendo que se mida el tiempo, ya que casi una hora duraron estos homenajes). Finalmente, esta premiación sirvió para que todos nos demos cuenta que hay que ir más al teatro, ver las obras de los distintos grupos, no quedarnos con presenciar las obras de nuestros amigos. Personalmente, me he prometido este 2015 ir más al teatro.

Por último, sugiero mejorar el sistema de votación del público, ya que me imagino que muchas veces debe ganar no el mejor, sino el que tiene más amigos que voten por uno. Y francamente no le veo el sentido. Con respecto, al voto de El oficio crítico (conformado por Sergio y sus colaboradores) espero que se esté realizando bajo un sistema democrático para que la elección del ganador sea lo menos subjetiva posible. Por lo demás, felicitaciones a Velarde y compañía (por su labor de difusión y crítica) y a la gente que apuesta por el teatro en el Perú.



 

martes, 30 de diciembre de 2014

Diario de un profesor (10)

9/12/2014
No hay clase en la que no me acompañe mi botella de agua. La necesito sí o sí. Recuerdo uno de las primeras clases que dicté y recuerdo que la boca y la garganta se me secaron. A la hora o dos horas de hablar ya no podía más y no veía la hora de tomar un vaso de agua que me refrescara. A partir de entonces, asisto a clase, religiosamente, con mi botella de agua (que me cuesta 1 sol o 1.20. Compro la marca Cielo o Vida). Y hago uso de ella varias veces a lo largo de la clase. Tal como un deportista lo hace antes, durante y después de un partido.


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"¿Y su galletita, profesor?". Así me interrogan con cariño algunos colegas en el instituto donde enseño. Y es que siempre me ven con un paquete de galletas a la mano. Siempre me ven llevándome a la boca alguna galleta o sánguche.

Hace un año recuerdo haber estado en clase, una clase complicada, y de pronto sentí como un mareo, como un vahído; sentí mis pies trastabillar y casi caer desmayado. Precisamente, esa mañana no había desayunado, salvo un vaso de yogurt. Desde entonces, trato de alimentarme bien y por eso siempre paro con algo de comida a la mano. Porque así como un carro necesita su gasolina para poder andar y no se le apague el motor; el profesor necesita estar bien alimentado para poder rendir.

domingo, 28 de diciembre de 2014

The walking dead (temporada 1)


A través del diario Correo, he podido ver la primera temporada "The walking dead", que ya está en su quinta temporada. Producida por Frank Darabont, director de Sueños de libertad, y basada en la novela gráfica de Robert Kirkman, la serie se ambienta en un mundo post-apocalíptico poblado por zombies que atacan a los pocos humanos sobrevivientes. La historia se centra en un grupo de personas, lideradas por el policía Rick Grimes (Andrew Lincoln), que busca sobrevivir en medio de la invasión.

La primera temporada (estrenada en octubre del 2010) consta de 6 capítulos en los cuales vamos conociendo a los personajes centrales y sus peripecias para escapar de los zombies. Hay un triángulo conflictivo entre el polícía Grimes, su esposa Lori  y el mejor amigo de Grimes: el policía Shane Walsh. Esto debido a que ante la ausencia de Grimes (estuvo en coma y despertó cuando la invasión se había consumado), Shane se hizo cargo de la esposa e hijo de Grimes y sostuvo una relación con ella. Sin embargo, con la llegada de Grimes, esto cambia.

Lo que atrapa en Walking Dead son los conflictos que viven los personajes, las situaciones complejas que afrontan para sobrevivir, los choques de caracteres (con los cuales los espectadores nos identificamos y nos preguntamos qué haríamos en una situación similar). Además, la crudeza y la belleza de las imágenes: el morbo de ver sangre y cabezas despedazadas; las mordidas de zombies a humanos: la sangre manando o brotando a borbotones. Además, cada capítulo te deja con expectativa de saber qué va a pasar en el siguiente. Tengo entendido además, que la serie se basa en el cómic, pero no a rajatabla, sino que se toma licencia para profundizar en ciertas situaciones o personajes. Por tanto, la sorpresa no es solo para el espectador común, sino también para aquel que leyó la novela gráfica de Kirkman.Finalmente, las actuaciones son realmente buenas y convincentes (además de la producción, la fotografía, el maquillaje, la música) y por ende este mundo post-apocalíptico, poblado de zombies, resulta verosímil y cautivante. ¡Muy recomendable!



   
  


jueves, 25 de diciembre de 2014

Amores imperfectos

Amores imperfectos (2000) es un libro de cuentos del boliviano Edmundo Paz Soldán (1967). Lo leí a inicios del 2001 o 2002 , en la edición publicada por el diario Expreso y me gustó mucho. Recuerdo que me impactó sobre todo "Dochera", el último relato, que ganó el premio Juan Rulfo de cuento. Además, la temática (la complejidad del amor y la pregunta "¿quién ha decidido que lo persistente tiene más valor que lo fugaz?") me atrapó e incluso recuerdo haber regalado un ejemplar a alguna ex poco antes de terminar. En el 2007, en una Feria del Libro, Edmundo Paz Soldán me autografió mi ejemplar, el cual guardo celosamente en el estante de mi cuarto.

Pues bien, este diciembre he vuelto a releer el ejemplar, ya treintón, y mantengo mi opinión que es un buen libro, aunque, claro, hay picos más altos que otros. "Dochera", por ejemplo, me sigue pareciendo un muy buen cuento, pero ya no me pareció la obra maestra que pensé que era. Sin embargo, en conjunto, el libro me pareció superior, ya que encontré relatos muy interesantes en su estilo y temática: aborda el tema del amor en sus diversas caras o matices. Por ejemplo, en la primera parte, que contiene cuentos breves de una o dos hojas, destacan "Historia sin moraleja", "Ritual del atardecer" (perturbadora), "Imágenes photoshop" (graciosa), "La ciudad de las maquetas" y "El rompecabezas" (ingeniosa). En la segunda parte, de cuentos más extensos y donde los personajes tienen vínculos en común -amigos de la infancia en Cochabamba: Ramiro, Tiburón, Lafforet-, sobresalen "Presentimiento del fin" (de lo mejorcito), "El dolor de tu ausencia", "La invención del marqués", "Amor, a la distancia" (muy interesante), "La escena del crimen" (buen relato, salvo el final) y "Dochera" (tal vez, el mejor). Algunos de estos cuentos tienen la influencia del español Javier Marías (a quien le dedica una historia), ya que aborda el tema del "secreto" en las relaciones de pareja. Finalmente, el estilo de Paz Soldán es el de un lenguaje sencillo en apariencia, pero bien trabajado; que entreteje la historia con las reflexiones del personaje o del narrador.

En conclusión, hay que leer a Edmundo Paz Soldán y su interesante Amores imperfectos.

martes, 9 de diciembre de 2014

Diario de un profesor (9)



Falta un mes para que acabe el ciclo en el instituto donde enseño y me siento cansado no solo físicamente, sino también sicológicamente. Desgasta enseñar. Das tu vida y a veces recibes atención y en otras (la mayoría), indiferencia. El despliegue de energías que se hace en el aula es comparable a la que hace un deportista en la cancha o el artista sobre el escenario. La diferencia radica en que en el caso de estos, la gente va a verlos por admiración o por pasión; en cambio, la mayoría de ocasiones, el profesor es un intruso, un desconocido, un tipejo que tiene que ganarse el respeto de los alumnos, quienes muchas veces son casi obligados a asistir. Ahí surge el conflicto o el reto, como quiera verse la figura. Y ahí radica el dilema y el desgaste del profesor.

viernes, 5 de diciembre de 2014

La guerra del tiempo


Recuerdo haber leído al cubano Alejo Carpentier (1904-1980) en el colegio. Su cuento "Los fugitivos", a pesar de su denso lenguaje, me dejó una huella honda. Luego, en la universidad, leí su relato "Viaje a la semilla" que es la historia de un hombre desde su muerte hasta su nacimiento. Y al igual que la primera vez, con ese lenguaje barroco que caracteriza a Carpentier, me hechizó.

Pues bueno, acabó de leer "La guerra del tiempo" (Alianza Editorial), una recopilación de tres relatos que tienen como eje el tema del tiempo. Y debo indicar que los cuentos "Viaje a la semilla" y "Semejante a la noche" son notables cuentos. Eso sí, no me gustó o no entendí del todo el último cuento: "Camino a Santiago". Pero aún así deslumbra o llama la atención el trabajo de orfebre que tiene Carpentier con las palabras. Utiliza un estilo propio (llamémosle barroco) y logra crear un universo propio. Demuestra que la literatura es fondo, pero sobre todo forma. Y aquí, en los cuentos del cubano, los dos van de la mano como hermanitos. Recomendable.


martes, 25 de noviembre de 2014

Carrera Entel 10 K

El domingo pasado participé en la carrera de 10 km, organizada por Entel. Luego de 10 años retomaba las carreras. Recuerdo que entre los 19 y 25 participé en buen número de estas competencias, cuando todavía no era un boom como hoy, en que gran cantidad de personas participan. A comienzos del 2000, los que participabamos eramos unos cientos. Por eso, el domingo último, me llamó la atención la gran cantidad de participantes: 7000. Más aún, tomando en cuenta que la inscripción son 60 soles (aunque viéndolo bien no es caro, ya que al final recibes dos polos de calidad y un kit de alimentos. Además, la organización del evento es buena).

Yendo al grano, el día de la competencia retomé las carreras oficiales y mi meta inicial era solo llegar. Había entrenado un par de semanas y mi estrategia era correr a un mismo ritmo y así alcanzar la meta. Pero ya en la carrera, contagiado por la multitud de atletas (o competidores), recordé mi etapa de colegio, cuando mi pasión era el atletismo, y aceleré el paso. Me provocaba emoción ir pasando rivales, sentir mi respiración y el sudor que empezaba a caer por mi rostro. Las plantas de mis zapatillas cayendo suavemente sobre el cemento. Mis pies y manos moviéndose a ritmo acompasado. Recordaba aquellas lejanas épocas de colego, cuando un niño delgadito y pequeño corría los 400m y las maratones. Recordé cuando gané la maratón los tres últimos años de secundaria y los 400m en quinto de media. Y todo eso, me llevó a, en cierto momentos, a picar 100 o 200 metros a toda velocidad, pasando raudo a los rivales, y soñando con llegar en buen puesto. Cuando veía que me estaba cansando o sentía mis piernas pesadas, bajaba la velocidad y retomaba mi ritmo inicial. Respiraba despacio y exhalaba el aire despacio. Soltaba las manos y los pies para relajarme.
Sentía que estaba disfrutando la carrera.

Al intuir que llegaba a la meta, aceleré el paso y los últimos 50 metros pasé a varios atletas. Mi tiempo final fue 54 min con 44 seg. Quedé, en el ranking general,  en el puesto 2138 de 7000 atletas. En mi categoría de 35 a 44 años (tengo 35) ocupé el puesto 591 de 1493 participantes. Mi meta es el próximo año estar entre los 1000 primeros, para eso debo bajar 5 minutos mi tiempo (creo que es posible), ya que el que ocupó el puesto 1000, hizo 49:45. ¡Entrenaré fuerte para el próximo año!

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Guerra a la luz de las velas


Nacido el Lima en 1977 y criado en Estados Unidos, Daniel Alarcón demuestra con el libro de relatos “Guerra a la luz de las velas”, su primer libro que data del 2006, que es un talentoso narrador.  Escritos originalmente en idioma inglés y traducidos por Jorge Cornejo, Alarcón desarrolla 11 cuentos que se ubican en el Perú y los Estados Unidos y que tiene como protagonistas, en su mayoría, a seres marginales.

Alarcón tiene el talento para sumergirnos en sus historias y ponernos en la piel de lo que le pasa a sus protagonistas. No sé si la traducción le quita o le resta al idioma original, pero sí se percibe la calidad del entonces joven escritor (29 años). Es cierto, que hay cuentos más redondos que otros, pero los que ahora mi mente recuerda son “Ausencia”, “Ciudad de payasos”, “Sobre la ciencia de estar solo”, “Lima, Perú, 28 de julio del 1979” y “Guerra a la luz de las velas”. De estos me gustaron los cambios en el tiempo, sin previo aviso, que utiliza Alarcón para narrar sus historias; los vínculos en común que guardan estos personajes marginales en países en apariencia tan disímiles como el Perú y Estados Unidos; pero a su vez también me desconcertaron algunos finales o títulos que me dejaban en el aire, como tratando de atar cabos. Por ejemplo, en “Ausencia”, que me parece uno de los mejores cuentos, el desenlace me deja perplejo. Igual me ocurre con el título  del cuento “Suicidio en la Tercera Avenida”, ya que la historia no señala nada de un suicidio, pero el título desliza la posibilidad de que el protagonista lo realice.

Con todo, Alarcón demuestra oficio y aunque tiene muy buenos cuentos, todavía le falta cuajar para hablar de cuentos que sean pequeñas obras maestras. Estamos seguros que en el futuro, logrará concretarlas (o de repente ya lo consiguió en sus posteriores libros). Talento y disciplina le sobran.   

jueves, 23 de octubre de 2014

Borges y Maria Kodama

El cinco de octubre, en La República, apareció un excelente artículo de Mario Vargas Llosa sobre Jorge Luis Borges y el amor. Señala Vargas Llosa que Borges solo al final de su vida descubrió lo que era el amor correspondido gracias a María Kodama. Véase en la imagen, el viaje en globo de Borges con su joven pareja, y que sirvió de base para su libro Atlas. El genio argentino ya estaba ciego, pero eso no le impidió disfrutar sus últimos años.Muy recomendable. Copio el enlace para los interesados.


http://www.larepublica.pe/columnistas/piedra-de-toque/el-viaje-en-globo-05-10-2014

Fuente imagen: arquitrave.com

viernes, 3 de octubre de 2014

El potro salvaje

En segundo de media, leí el cuento "El potro salvaje" del uruguayo Horacio Quiroga. Y se me quedó grabada para siempre la historia de aquel caballo que cuando joven su máxima pasión era correr como el viento. Era un placer para él que la gente lo vea correr y entregarlo todo, a pesar de que solo recibía un poco de pasto de recompensa. Sin embargo, con los años, ya adulto y exitoso, el potro pierde esa pasión y, aunque mantiene su velocidad, ya no se entrega como antes y reserva sus energías...Hoy me acordé de este cuento, porque a muchos (y de repente a mí) les pasa o les puede pasar lo que le ocurrió al protagonista de este hermoso cuento. En mi caso, también siento que en mi oficio (la docencia)  poco a poco voy perdiendo la pasión inicial y me pregunto si terminaré como el potro salvaje. O por el contrario, consciente de mi pérdida de pasión, buscaré la forma de volverla a encontrar y, hasta el último día que me dedique a enseñar, entregaré lo mejor de mí incluso sabiendo que aunque algunos no reconozcan mi esfuerzo, yo estoy entregando mi vida. Creo que ahí está la clave de la historia de Quiroga: en no perder la pasión o en volverla a encontrar.

Comparto el enlace con el cuento:
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/quiroga/el_potro_salvaje.htm

lunes, 29 de septiembre de 2014

La fiesta del Chivo


Novela publicada en el 2000, “La fiesta del Chivo” es considerada como la mejor novela peruana de los últimos 20 años, según una reciente encuesta entre entendidos.  Luego de leerla, no puedo más que alabar a su autor, Mario Vargas Llosa, por su ambición y por plasmar una novela que seguramente pasará la barrera del tiempo, retratando de manera artística lo que significan las dictaduras y las consecuencias negativas que trae, siempre, para un país y  para la gente en materia de derechos humanos y libertad. No es casual, también, que Vargas Llosa escribiera y publicara este libro en la época que en el Perú se vivía el gobierno autocrático de Alberto Fujimori, quien por entonces se lanzaba a una segunda reelección y que controlaba las instituciones.

“La fiesta del Chivo” retrata la dictadura sangrienta y prepotente de Rafael Leonidas Trujillo, quien gobernó República Dominicana entre 1930 y 1961. Trujillo era una suerte de Dios humano que todo lo que él decía se cumplía sin murmuraciones. Tal fue su poder que la capital (hoy Santo Domingo) llevaba el nombre de Ciudad Trujillo. Además, durante su gobierno (que terminó con su asesinato por un grupo de rebeldes), se cometieron innumerables asesinatos y desapariciones; e incluso se acostaba con las mujeres de sus subalternos, sin que estos hicieran nada al respecto.

La novela está magistralmente estructurada y narrada. Comienza con 3 narradores que se van intercalando capítulo a capítulo: Urania Cabral, hija del Presidente del Senado, quien fue violada por Trujillo y que regresa a República Dominicana 35 años después; el grupo de rebeldes que está a punto de emboscar y asesinar a Trujillo; y el mismo Trujillo en sus últimos días de vida. En la parte final, luego del asesinato de Trujillo, la historia desarrolla lo que ocurre después de su muerte (una persecución contra los asesinos e implicados en el golpe y la vuelta a la democracia y la amnistía para los sobrevivientes) y concluye con la historia de Urania Cabral narrando la pesadilla que le tocó vivir de niña a manos de Trujillo.

En conclusión, este libro es un claro ejemplo de que Vargas Llosa, contra lo que muchos piensan, no solo escribió sus mejores novelas al inicio de su carrera, sino que en el 2000 publicó otra excelente obra que está a la altura de aquellas y estoy seguro formará parte de sus novelas imprescindibles.  

 

 

jueves, 11 de septiembre de 2014

Jennifer Capriati

Crecí escuchando los nombres de mujeres tenistas como Steffi Graf, Martina Navralatinova, Gabriela Sabatini, Arantxa Sánchez, etc. En 1990, irrumpió una adolescente estadounidense de 13 años, Jennifer Capriati (1976), que fue catalogada como una niña prodigio y que se avizoraba como la futura número 1 en reemplazo de la invencible alemana Steffi Graff. Tanto así que en sus primer año como profesional ya había alcanzado una semifinal en el Roland Garros y estaba en el top 10. En 1991 y 1992, obtuvo también buenos resultados: semifinales en Wimbledon y US Open, en 1991; y medalla de oro en las Olimpiadas de Barcelona 1992. Se esperaba, en los próximos años, su consolidación.

Sin embargo, en 1993 tuvo un bajón en su juego y durante 1994 y 1995 se retiró del circuito para estudiar en la Universidad. En ese lapso de tiempo se vio implicado en problemas de drogas y robo. En 1996, con 20 años, retorna al circuito, pero está muy lejos de su nivel y cae en primera ronda en todos los Grand Slams en los que participa. Igual ocurre en 1997 y 1998. Ya para entonces, nadie daba un peso por la otrora niña prodigio del tenis. Ni siquiera sus seguidores. Se pensaba que Jennifer Capriati era un claro ejemplo de esas deportistas que surgieron como grandes promesas, pero que quedaron solo en eso: en una promesa.

En 1999 y 2000 mejoró su juego, aunque todavía estaba lejos de sus inicios. Consiguió cuartas rondas en algunos Slams y una semifinal en el Abierto de Australia en el 2000. Hasta que vino el milagro. Hasta que ocurrió lo que nadie se esperaba. Jennifer Capriati, en el 2001, hizo una temporada fenomenal que la llevó al número 1 del ránking. En ese inolvidable año ganó los abiertos de Australia y el Roland Garros, además de semifinales en Wimbledon y Abierto de Estados Unidos. En el 20012, también comenzó de manera brillante, obteniendo por segunda vez el abierto de Australia y llegando a la semifinal en el Roland Garros y luego a cuartos de final en los dos torneos restantes. Jennifer jugó dos años más obteniendo buenos resultados: tres semifinales y cuatro cuartos de final y se retiró en el 2004.

En el 2012, según Wikipedia, ingresó al Salón de la Fama del Tenis por su brillante carrera deportiva.
Concluyendo, Capriati resulta un ejemplo para todos, porque demostró, cuando nadie daba un cobre por ella, que el poder mental y el trabajo disciplinado pueden dar frutos. Y que depende de uno salir adelante. Capriati, en esos años perdidos, me imagino que dudó de su talento, de su capacidad, estaba llena de problemas que no la dejaban estar tranquila para poder jugar, hasta que  un día hastiada de aquello, comenzó a trabajar, a trabajar, a buscar su esencia que había perdido (esa niña que jugaba al tenis con amor y en el cual el tenis era su vida). Y finalmente, lo consiguió.


sábado, 23 de agosto de 2014

Lucy


Luc Besson (1959), el director francés, vuelve con fuerza con “Lucy” (2014), su nueva película, de ciencia ficción, protagonizada por la guapa Scarlett Johansson y Morgan Freeman. Veinte años después del estreno de la inolvidable “El profesional”, y luego de una película regularona, “Mala vita” (2013), que hacía pensar que su nivel creativo iba en descenso, Besson nos vuelve a demostrar que su genio sigue intacto. La prueba contundente de esto es “Lucy”, película que exuda talento y genio por todos lados y que en su primera semana de estreno en Estados Unidos y Canadá ha sido un éxito de taquilla y de crítica.

La historia comienza como una clásica historia de Besson sobre drogas y mafiosos, en la cual Lucy –interpretada magistralmente por Johansson– es obligada a hacer de burrier por unos mafiosos chinos. Sin embargo, esta sufre un percance y tras una paliza, la droga, que es una droga nueva y muy poderosa, y que está dentro de su cuerpo, se esparce y hace que desarrolle habilidades y poderes sobrenaturales que se van incrementando cada vez más. Con la ayuda de estos poderes, trata de cobrar venganza y encontrarle un sentido a su vida sabiendo que no le queda mucho tiempo.  Como en las películas de Besson, quien es guionista y director, este argumento podría parecer intrascendente,  sin embargo el genio del director francés hace que esta cinta brille y uno como espectador quede perplejo de tanta belleza visual que arroja el inmenso ecran.  Porque en Besson, si hay una lección que nos deja, es que en el arte cualquier tema es bueno y que lo más importante no es tanto lo que cuentas, sino sobre todo cómo lo cuentas. Y es ahí cuando Besson hace arte sublime. Una película de acción, de drogas, de disparos, de sangre, se vuelve en una puesta en escena que maravilla. Otra cosa más, Besson aquí vuelve a apostar por un personaje femenino  como protagonista (recordemos a Nikita, Matilda, Mila Jovovich en “El quinto elemento” y en “Juana de Arco”) y vaya que crea otro personaje de antología, rico, llenos  de matices, fuerte y a la vez vulnerable.

A los que hemos seguido parte de la carrera de Besson, nos alegra mucho esta nueva película. Sabemos que se convertirá en un nuevo clásico del cine y en una cinta que enriquecerá su ya inolvidable obra. Solo me queda destacar que celebramos su gran regreso, que aún esperamos más de él (ver si nos puede seguir regalando su talento con otras historias) y resaltar que con el peso de los años, lo siguen acompañando sus fieles compinches de varias y espléndidas batallas: Eric  Serra (en la música) y Thierry Arbogast (en la fotografía). ¡Gracias, Luc!

martes, 29 de julio de 2014

Introducción (o lo que pudo ser una introducción)

Hace poco más de un año escribí una introducción para el libro que estoy escribiendo. Ayer la releí y sentí que estaba de más, que no era necesario incluir una presentación, proemio e introducción en un libro. Mejor es que el libro se defienda solito. Pero para que no quede en el olvido, incluyo esto que pudo ser una introducción y no fue:


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Escribo esto a mitad del libro, y lo hago porque tengo una pena en el corazón. Hace tres meses conocí a una cuzqueña linda en una discoteca. Primera vez que conocía a alguien en serio en una discoteca, donde lo normal es tener solo aventuras. Hicimos química de inmediato y salimos una vez junto con sus amigas. No miento, fue una de las salidas más bonitas que tuve en mi vida. Pensé: yo quiero una chica así. Y ese día, no pude contener mis ganas, le dije que me parecía linda y que quería conocerla. Ella aceptó y acordamos salir para conocernos. Pero su trabajo y falta de tiempo impidió que esto ocurriera un par de veces. Sin embargo, conforme las semanas pasaban, ella comenzó a poner excusas cada vez más inverosímiles y comencé a sospechar que su interés estaba disminuyendo. Me esforcé entonces por hacer méritos para salir con ella, pero parece que no dio resultado. Hace tres semanas fue la última vez que hablamos por teléfono y le confesé nuevamente mi gran interés, pero ella se excuso diciendo que estaba ocupada, que acababa de salir de una relación y que me veía como amigo. Y yo ahora, a pesar de mantener ese gran interés, he tenido que hacer de tripas corazón y no he vuelto a insistirle. En estas semanas no la he llamado, a pesar que ganas no me han faltado. Y esta sensación de vacío, pena, nostalgia por algo que pudo ser y parece que no será, me deja apenado. Sin embargo, viéndolo desde un plano más amplio y optimista, pienso que sí me sirve de repente no para escribir una historia de ella (porque faltó que sucedieran más cosas), pero sí para dar pie a este libro, para recoger emociones que me hicieron recordar historias pasadas, para recordar que a pesar de la evidente pena, esta pasa y la alegría y la sonrisa vuelven a aparecer. Me gustaría pensar que la historia con esa chica (la cuzqueñita) va a acabar en una final feliz, en un final a lo Charles Chaplin en Tiempos modernos o La quimera de oro, pero eso es incierto. Sin embargo, el tiempo pasa y lo más importante, a pesar de las derrotas amorosas y que a veces nos provoque llorar, es mantener la sonrisa, el optimismo. Sí, eso es, mantener la sonrisa, el optimismo y pensar que eso que sueñas pasará.

 

sábado, 19 de julio de 2014

Necesario pero no suficiente


“Necesario, pero no suficiente” (2000) es una “novela empresarial” de Eliyahu M. Goldratt, autor de bestsellers como “La meta”, “No es cuestión de suerte”, “Cadena crítica”. Lo leí por motivos de trabajo y porque lo encontré de casualidad sobre el escritorio de mi hermano: me llamó la atención que tenía el rótulo de “novela empresarial” y como nunca había leído algo similar me embarqué en la aventura.

La novela gira sobre una empresa de software, a finales de los 90s, que ha llegado a su techo, o cree haberlo llegado, y tiene que buscar ampliar su mercado para no estancarse y seguir creciendo con las altas tasas de los últimos años. La historia empieza bien y se centra en el director de la empresa  -el brillante y ambicioso Scott- y sus más cercanos colaboradores (Maggie, Lenny, Gail); poco a poco  vamos conociendo los nuevos retos que se le impone a la empresa de software en el mercado. Narrada de manera ágil y con cuidado del lenguaje (al menos en la primera parte) la historia fluye muy bien hasta la mitad o poco más (el libro tiene 259 páginas), pero en la última parte la novela se vuelve demasiado técnica y didáctica con el fin de que el autor explique a fondo su Teoría de las Limitaciones (TOC) y soluciones que competen solo a personas que trabajan en plantas, almacenes y tienen que lidiar con existencias y  stocks. Lo que queda claro luego de leer esta novela es que una empresa de software (u otra cualquiera) siempre debe estar innovando y buscando reinventarse, ya que es la única forma de seguir creciendo. E incluso cuando crees que ya estás llegando a tu techo, siempre falta bastante, solo es cuestión de ampliar la perspectiva y ser buen observador de lo que ocurre alrededor.

En suma, esta novela inicia bien, pero luego se vuelve demasiado didáctica y técnica y se presta solo para que el autor explique su Teoría de las Limitaciones, que puede interesar a cualquier empresario o gente vinculada al ramo.  

domingo, 13 de julio de 2014

Mundial de fútbol Brasil 2014

Recuerdo la frase de Albert Camus de que “el fútbol es como la vida”. Lo comprobé o lo verifiqué con certeza luego de ver el Mundial del Brasil 2014, en el cual Alemania se llevó la copa derrotando al equipo argentino (1 a 0). Y sí, el fútbol es como la vida porque en un partido se ve lo mejor y lo peor del ser humano, se ven escenas conmovedoras, de juego limpio, de hermandad, de valentía, de trabajo en equipo, de ganas de dejar lo mejor de uno mismo; pero también se ven faltas certeras y de mala entraña, partidos para el olvido y la sensación de que se trata de un deporte primitivo carente de mística.
   Pero luego de ver el mundial, y ver cómo cayeron selecciones favoritas como España o Brasil, se entiende que es como la vida. Porque incluso los grandes caen, tienen días pésimos en que la derrota los envuelve, pero eso sirve, finalmente, para reflexionar, levantarse y seguir adelante. Brasil, luego de este par de calamitosas derrotas, sabrá, estoy seguro, recuperar la humildad y trabajar en silencio para recuperar el sitial que ostentan: ser la potencia mundial en fútbol.
   Alemania, por su parte demostró, regularidad en su fútbol, en su sistema, en una apuesta por un trabajo a largo plazo que dio frutos en este mundial. En Sudáfrica 2010, quedaron terceros, con un equipo de jovencitos, y ya se perfilaba como favorita para este mundial. Argentina, por su parte, mejoró de manera notable y si no ganó el Mundial fue por suerte o porque su máxima figura, Lionel Messi, no estuvo en su mejor noche. La vida le sabrá dar una revancha.
   Esto también se traslada a equipos como Costa Rica que dio la sorpresa quedando primero en su grupo derrotando a grandes selecciones como Italia y Uruguay. Esto fue un ejemplo de que trabajando serio y con un trabajo de mentalidad se puede llegar lejos.  
   Lo mismo ocurre con los jugadores. Hubo grandes jugadores que tuvieron opacas actuaciones, es el caso de Cristiano Ronaldo. Messi tuvo una regular participación, aunque fue figura indiscutible en la primera parte del torneo. El holandés Robben demostró ser un gran jugador y estoy seguro pasó a la historia del fútbol y quedó en la memoria de muchos niños que vieron por primera vez un mundial. Con qué gusto jugaba el condenado pelado. Parecía un chiquillo de colegio que sale al recreo dispuesto a divertirse con la pelota. Parecía como quisiera pasar a la historia y dejar la última gota.
  En suma, muchas postales para el recuerdo nos dejó este mundial, incluido la mordida que le propinó el uruguayo Luisito Suárez al defensa italiano, pero sobre todo nos hizo o me hizo entender a cabalidad esa sentencia del escritor y filósofo francés Albert Camus: “La vida es como el fútbol”. Sin lugar a dudas.

martes, 17 de junio de 2014

Vacas, cerdos, guerras y brujas


En la universidad leí “Vacas, cerdos, guerras y brujas. Los enigmas de la cultura” (1974), del antropólogo  Marvin Harris y siempre me quedé con ganas de algún día releerlo y captar las cosas que se me pasaron. Claro que capté lo esencial. Es decir, un libro en el que el antropólogo Harris trata de explicar las razones prácticas o racionales que se esconden detrás de ciertos enigmas o costumbres culturales a simple vista irracionales o sin explicación lógica. Pues bien, ahora que lo he releído confirmo que el libro es valioso y encierra ensayos muy interesantes, aunque unos mejores que otros.
El libro se divide en 11 ensayos y un epílogo. Sin embargo, todos los ensayos, tal como menciona el autor en la introducción, están hilados y se relacionan. Es decir, que para entender, por ejemplo, el ensayo “Mesías” (que es el sétimo ensayo) hay que leer los anteriores.
En el primer ensayo, Harris explica el motivo de por qué los hindúes no comen carne de vaca; en el segundo, por qué los judíos y musulmanes no comen carne de cerdo; en el tercero, habla de las bases prácticas de las guerras primitivas; en el cuarto, explica que el dominio sexual no depende de las características físicas de cada género, sino de quién controla la tecnología de la defensa y la agresión; en el quinto, explica el sentido práctico de la búsqueda de estatus en las sociedades. En otros ensayos, refiere cómo Jesús no fue un mesías pacífico. Pero sus discípulos trataron de borrar esas huellas; en otro explica el fenómeno de la caza de brujas entre los siglos 13 y 17. Harris aquí sostiene que el fenómeno de las brujas fue creada por las clases gobernantes y la Iglesia como medio de suprimir las sublevaciones del pueblo, liberarse de su responsabilidad y que el pueblo achaque la razón de su pobreza y sus desgracias a las “brujas”. Finalmente, en el último ensayo habla de la contracultura como una rebeldía inofensiva que no daña al sistema y que permite mantener las desigualdades contemporáneas.

En suma, el libro de Harris es un libro agudo y lúcido que analiza varios fenómenos de  la cultura que detrás de su irracionalidad esconden variables prácticas. Y en conjunto, estos ensayos logran ofrecer un buen panorama para entender mejor lo que ha ocurrido y ocurre a nuestro alrededor. Por tanto, este libro no ha perdido actualidad y es de lectura obligada.

martes, 27 de mayo de 2014

Todos eran mis hijos


El domingo fui al teatro Británico, en Miraflores, a ver “Todos eran mis hijos”, del dramaturgo estadounidense Arthur Miller y adaptada por Claudio Tolcachir. La obra es dirigida por Carlos Tolentino y está protagonizada por el argentino Víctor Hugo Vieyra y los peruanos Attilia Boschetti, Sebastián Reátegui, Natalia Cárdenas, Francisco Cabrera, Claudia Bérninzon, entre otros.

La obra se ambienta luego de la 2da Guerra Mundial y el conflicto se centra en la responsabilidad del señor Joe Keller por haber vendido armas defectuosas al ejército estadounidense y que provocó  la muerte de 21 pilotos. Uno de esos pilotos es su hijo (Larry Keller). El Sr. Keller es absuelto en un juicio, pero su socio es encerrado en la cárcel. La historia, sin embargo, inicia cuando Chris Keller (el hijo) anuncia la llegada de Ann (hija del antiguo socio del Sr. Keller) a quien pedirá en matrimonio. Y esto provoca que el pasado turbio del Sr. Keller aflore de nuevo para él y su familia.

Dividida en tres actos, la obra va alcanzando intensidad conforme transcurre. El primer acto culmina con el anuncio de la llegada a la casa de los Keller del hermano de Ann, George Deever, hijo del antiguo socio del Sr. Keller. El segundo acto culmina, por su parte, cuando el Sr. Keller y su hijo se entrampan en una discusión, sobre la responsabilidad de aquel en la muerte de los 21 pilotos. El Sr. Keller termina aceptando su responsabilidad, pero escudándose de que fue un error involuntario y además tenía que sacar adelante a su familia. Finalmente, en el último acto, la verdad oculta por tanto tiempo (la responsabilidad del Sr. Keller en la muerte de su hijo), sale a la luz y desencadena una tragedia.
Como público, uno va a presenciando esa verdad que personifican los actores en el escenario. Y se va envolviendo en la historia y el conflicto que viven. Gracias a las brillantes actuaciones de Víctor Vieyra y Atilia Boschetti y las destacadas del resto del elenco, la historia de Miller y la puesta de Tolentino cobran vuelo y alcanzan tal grado de verdad, que uno como público termina cautivado y emocionado con el clímax y el desenlace de la obra. Al final, cuando el elenco sale a saludar a la gente, no le queda a uno más que pararse de su butaca y aplaudir porque sabe que ese grupo de actores ha dado su vida en el escenario. En suma, ¡no hay que perderse esta obra que va hasta la mitad de junio, de jueves a lunes, a las 8 pm., en el Británico: “Todos eran mis hijos!”

viernes, 9 de mayo de 2014

Escribir nace de una herida

El que escribe lo hace porque tiene una herida. Una herida instalada en el alma, en el corazón. Una herida que nació, tal vez, en la escuela, en la tierna infancia, o en una relación amorosa. Escribir es adentrase dentro de uno y tratar de descifrar cuándo  y dónde se originó esta. Escribir es revelarse contra la realidad. Es tratar de calzar utópicamente nuestros sueños con la chata realidad. Escribir es vivir las vidas que uno quisiera vivir y no puede. Vivir es como una medicina para ese veneno que nos inocula la sociedad con reglas y parámetros estúpidos. Escribir es como el aire para nuestros pulmones. Ese oxigeno vital para poder seguir viviendo con fe. Escribir es una necesidad que corroe las entrañas y la mente y nos lleva a coger un papel y tratar de dibujar nuestra alma afiebrada. Escribir es una catarsis. Una catarsis liberadora, intensa y dolorosa. Escribir es soñar con vencer al tiempo y la muerte. Es buscar al menos una página, un cuento o un libro que viva para siempre, cuando ya no seremos más que polvo. Escribir es como hacer el amor. Es dar todo de uno, entregarse en cuerpo y alma buscando alcanzar la felicidad. Finalmente, escribir es como correr, escuchar tu respiración, el latir de tu corazón y saber que eres libre.

jueves, 1 de mayo de 2014

Una teoria sobre la estatura física y la vida

Creo que el proceso de crecimiento de una persona (sobre todo del hombre) encierra una metáfora de la vida. Hay adolescentes que crecen antes y otros después. Me explico, hay chicos de 13 años o 14 años que crecen antes y ya a esa edad parecen casi hombres: con vellos, incipientes barbas, gruesos, altos. Y otros de la misma edad, que parecen aún niños: pequeñitos, flaquitos, imberbes. Sin embargo, luego, muchos de esos que crecieron antes se estancan y a los  15 o 16 comienzan a dejar de crecer o crecen escasos centímetros. Por el contrario, esos pequeñitos dan su estirón a los 14 o 15  y llegan, incluso, a pasar a aquellos que años atrás les llevaban media cabeza o más. Más aún, hay otros, que crecen después de los 17 o 18 y son casos particulares. Como también hay otros que son altos toda su vida y llegan a lograr grandes alturas. Pues bien, todo eso se ve luego en la vida, al crecer –ya no en centímetros- sino como persona, es decir, a la hora de madurar o hacerse hombre (en el amplio sentido de la palabra). Me explico: hay gente que entre los 25 y 30 ya son hombres hechos y derechos. Personas maduras, padres de familia, con mujer e hijos, trabajo de años y con un futuro prometedor. Sin embargo, hay otros que todavía a esas edades, aún no son hombres, sino jóvenes inmaduros, solteros, sin responsabilidades, apegados a sus padres. Sin embargo, tal como en la estatura, hay gente que entre los 30 y 40 comienza a estancarse, a dejar de crecer como personas, como seres humanos, mientras que aquellos inmaduros (no todos, por supuesto) comienzan a dar su estirón y convertirse en hombres e incluso llegan a superar a aquellos que antes “les llevaban  media cabeza o más”. Es decir, dan su estirón. Pero a diferencia de la etapa de adolescencia, donde uno dejaba de crecer físicamente, aquí el crecimiento dura toda la vida; es decir, llegar a ser un hombre dura toda la vida y depende de uno seguir creciendo o estancarse. Claro, no hay que compararse. Al igual que en el tamaño físico, en el cual siempre encontrarás gente más grande que tú, en la vida también encontrarás gente más grande que tú, pero eso no debe ser motivo de pena o lamento, porque la competencia por crecer lo más que se pueda no es con los demás, sino contigo mismo. Y aunque es cierto que habrá días en que te sientas “pequeño”(que no has crecido nada) y otros en los que gozas de un buen tamaño, lo importante es saber, al final de la vida, que diste tu mayor esfuerzo y creciste lo más que pudiste. Esa es mi teoría!

domingo, 27 de abril de 2014

12 años de esclavitud


Las buenas películas, como toda obra de arte, no solo entretienen sino que conmueven, cambian tu visión del mundo, te hacen tomar conciencia de algo que antes pensabas intrascendente, pero que no lo era. Es el caso de “12 años de esclavitud” (2013), película ganadora del último Oscar, que refleja de manera excelente los abusos que hubo durante la etapa de la esclavitud en los Estados Unidos, a mitad del siglo 19. La película, basada en la realidad, cuenta la historia del negro Solomon Northup, que vive libre en Nueva York, pero un día es drogado y vendido como esclavo en Nueva Orleans (el sur). A partir de ahí, se narra los 12 penosos y difíciles años que tiene que sufrir Solomon antes de ser liberado y regresar con su familia.

El director Steve McQueen logra plasmar o crear un retrato duro pero verídico de lo que ocurrió en Estados Unidos, y otros países, a mitad del siglo XIX. Es decir, ese proceso de animalización que produce la esclavitud. Ese estado de sojuzgamiento total, en el cual la persona pierde su amor propio, su autonomía, sus derechos y se vuelve en un ser sumiso que solo busca sobrevivir. Por otro lado, también se observa la contraparte. Aquellos hacendados blancos que pensaban que porque “compraban” a un negro, podían hacer lo que se les daba la gana con sus esclavos. Mc Queen filma con sobriedad pero sin maquillar la verdad de aquella lamentable época. Y como obra de arte, es un alegato a favor de la libertad de las personas, a nunca más repetir un sistema tan injusto, y a comprobar, al menos de cierta manera, que en estos casi 160 años transcurridos hemos evolucionado y nos hemos hecho un poco más humanos. Un claro ejemplo, es que el presidente de los Estados Unidos es un hombre de raza negra. ¿Quién se lo hubiera imaginado en aquel entonces o hace tan solo 50 años?

Finalmente, esta película debe ser pasada en todos los colegios, para que los niños y adolescentes sepan lo que fue el esclavismo y por qué cualquier tipo de discriminación o racismo es malo.

domingo, 13 de abril de 2014

Los siete locos


El escritor argentino Roberto Arlt (1900-1946) escribió su novela “Los siete locos” en 1929 –su segunda novela de las cuatro que escribió–. De mi viaje por Buenos Aires, inducido por la recomendación del maestro Reynaldo D´Amore que hablaba muy bien de Arlt, compré esta novela que un librero de El Ateneo me recomendó. Sin duda, luego de leer la novela, puedo señalar que Arlt tiene un estilo particular y la trama de su novela simula una mezcla de novela psicológica (a lo Dostoievski) y policial. El argumento gira en torno al sombrío y angustiado Remo Erdosain, un mediocre cobrador que ha estafado a la empresa en la cual trabaja. Y que al ser delatado, y descubrir que su mujer lo abandonó, decide matar al delator. Asimismo, junto con un personaje enigmático conocido como el Astrólogo deciden formar una organización secreta que piensa transformar el mundo.

La novela escrita con muy buena prosa, llama la atención hasta la mitad por ese mundo conflictuado en el que vive Endorsain. Es decir, seguimos la trama cautivados por la psicología del personaje y por saber si Erdosain, que ha sido atrapado en su delito y le han dado un plazo para reponer el dinero, va a ir a parar a la cárcel o no. Por si fuera poco, la prosa de Arlt es envolvente y la galería de personajes que muestra causan asombro, extrañeza. Sin embargo, luego de que Erdosain obtiene un préstamo involuntario del Rufián Melancólico, un proxeneta, y se libra de la cárcel, la trama comienza a decaer en interés. El argumento se encausa a la formación, junto con el Astrólogo, de una extraña sociedad secreta que busca conquistar el mundo y que tiene como primer objetivo matar a Barsut, quien delató a Erdosain. Es entonces que la historia se torna excesiva, algo incoherente, absurda, la trama se paraliza, no avanza  y se detiene en describir los sueños, angustias y planes de Erdosain y el Astrólogo, antes de matar a Barsut. Solo al final, sabemos del desenlace ya previsible de Barsut y la buena prosa de Arlt no basta, a mi modesto entender, para sostener la novela hasta el final. A pesar de todo, hay cosas destacables en la novela: la originalidad de Arlt –su estilo y sensibilidad peculiar –, su capacidad para crear atmósferas internas y externas y, como ya dije, su buena prosa. Todo eso explica, como señala el escritor Ricardo Piglia, que se le considere a Arlt como aquel que inauguró la novela moderna argentina.

domingo, 30 de marzo de 2014

Entre los muros (La clase)


“Entre los muros” (La clase) es una película del francés Laurent Cantet, basada en el libro de Francois  Begaudeau. Precisamente, el mismo Begaudeau es el protagonista de la cinta. La historia trata, como ya refiere el título, de la difícil convivencia de un profesor con sus alumnos de un instituto (colegio) de la periferia de Francia, donde conviven muchachos de diferentes procedencias o razas. Francois es un profesor comprometido con su oficio y de estilo dinámico, pero eso no basta para frenar los conflictos que debe enfrentar en el salón de clase. Muchachos desinteresados, malcriados, que no paran de hablar, hace que Francois a veces pierda los papeles y la tensión se acreciente. Aunque los conflictos son varios, la película se centra en el conflicto que tiene con un alumno de raza negra de padres inmigrantes, quien termina expulsado debido a su conducta. Hasta el final, Francois trata de evitar esto, pero termina doblegado por un sistema que está por encima de él.

El director Laurent Cantet (conocido también por la película “Recursos humanos”) logra una película cautivante, que conmueve y emociona. Además,  presenta, como pocas películas, un convincente y  fidedigno retrato de lo que ocurre “entre los muros” de un salón de clase. Cantet muestra un profesor (profesores) y alumnos de carne y hueso y eso hace que uno se identifique de inmediato. Por si fuera poco, Cantet –como pocos- logra captar los matices o claroscuros que posee el acto de la docencia y el contacto con los muchachos. La ambigüedad que existe alrededor. Esa sensación del docente, en muchas situaciones, de no saber qué hacer y solo llevarse por su corazón, a pesar de que eso no baste…Muy recomendable esta película que ganó la Palma de Oro del Festival de Cannes, en el 2008.

jueves, 13 de marzo de 2014

Mi amigo Daniel

Ayer me enteré que mi amigo Daniel Rentería (1980-2014) falleció. Me chocó. Al principio no lo creí, pensé que se trataba de una broma. Pero luego me di cuenta que era cierto. Lo peor es que me enteré 20 días después de su fallecimiento. Lo último que supe de él era que estaba en la clínica, pero por las fotos que posteaba en Facebook pensé que se trataba de algo leve. No era así. Nadie se lo esperaba, ni siquiera él. ¿Cómo puede morir alguien tan joven que habías visto hace poco más de un mes? ¿Cómo puede ser que alguien con el que compartiste cosas, vivencias, ya no esté? ¿Por qué se tuvo que marchar tan pronto Daniel? No tengo respuestas, solo una gran incógnita en mi cabeza.

Daniel era mi vecino. Lo conocí cuando era adolescente. Tenía yo 13 o 14 y el 11 o 12. Nos hicimos amigos casi al finalizar yo el colegio. Tenía 3 hermanos más. Recuerdo que nuestra amistad maduró entre nosotros luego de salir del colegio. Íbamos a correr, corrimos varias maratones, salimos a tonear, me regaló una hermosa perrita siberiana (Misky), me invitó a su santo y yo a mi graduación de la universidad. Los últimos años nos separamos mucho. Solo nos veíamos y nos saludábamos, y conversábamos un poco. La última vez que compartimos fue el primero de enero del año pasado. Fuimos en mi carrito a una playa de Miraflores. Conversamos un buen rato. De ahí ya casi no hubo tiempo, salvo rápidas conversaciones al paso. ¿Qué iba a saber lo que le esperaba? ¿Qué iba a imaginar, la última vez que lo vi, que 2 meses después se iba extrañar su presencia?

Amigo Daniel, donde estés, siempre tendrás el cariño de tu familia y de tus amigos. Sé que estas palabras son inútiles para volver a tener tu presencia. A poder tener la oportunidad de despedirme, de tomarme esa chela que teníamos pendiente. Sé que es muy tarde, pero al menos quiero despedirme de ti con estas palabras y decirte que siempre te recordaré. ¡Que serás un impulso, hermano, en mi vida y que siempre estarás presente!  ¡¡¡Un abrazo, Danielito!!!

domingo, 2 de marzo de 2014

El primer borrador (de mi futuro libro)

Hace dos meses terminé el borrador del libro que estoy escribiendo. Lo escribí en mis ratos libres, robándole el tiempo al trabajo, a la diversión, a las distracciones. Me demoré 1 año y 4 meses…Lo comencé a escribir casi 2 años después que terminé el primer libro. Sentí en mi interior, movido por una necesidad interna, de escribir esas historias sobre chicas que tenía empozadas en el alma, el corazón. Sentí que tenía la distancia necesaria (que solo da el tiempo) para escribir de aquellas historias que viví en el pasado. En el inicio, pensé en escribir un libro de chotes: un chico que se enamora de varias chicas, pero es choteado, ya sea por su falta de pericia para enamorar, por no reunir los requisitos de ellas o por falta de confianza de aquel chico. Eran originalmente 7 cuentos. Pero conforme iba terminando algunos relatos (que llevan el nombre de chicas, a la usanza del Libro de mal amor, de Fernando Iwasaki), me di cuenta que yo también había choteado a algunas chicas y decidí incluir algunas (no muchas, por cierto).

Asimismo, pensé en escribir historias (a la usanza de Iwasaki) divertidas, contadas con humor. No contar historias de amor tristísimas o llevadas por la venganza. Sin embargo, me parece que mientras escribía –intuyo- me salió la nostalgia, la melancolía, la tristeza. Es cierto que hay momentos divertidos, risueños, pero también sé que hay de los otros. No me quejo: es lo bonito de la escritura, es impredecible, no sabes qué sentirás o qué transmitirás mientras tratas de plasmar en la pantalla una historia que viviste en el pasado.  Espero, nada más, que haya corazón en esas historias, que así como me hicieron sentir, hagan sentir, en el futuro, a un lector.

Mañana comienzo a corregir. Me toparé con esos cuentos que no he tocado ni visto hace como dos meses. Espero conmoverme, espero que esos cuentos estén mejor de lo que pensé, espero, aun estén pésimos, tener el valor, el coraje, la perseverancia de trabajarlos para que cobren vida en alguien que los lea ya bajo la forma de un libro.

¿Podré al menos escribir un par de historias realmente buenas? Haré mi mejor intento.

jueves, 13 de febrero de 2014

Un placer ausente



“Un placer ausente. Apuntes de un profesor sobre la lectura escolar” (2013) es un libro del escritor y educador peruano Jorge Eslava (1953), que como el título lo señala, es una exploración personal sobre la lectura escolar desde la mirada de un profesor de primaria. Libro híbrido que combina el ensayo, el diario, la autobiografía, la entrevista, el cuento, con el fin de transmitir la experiencia y la visión sobre la problemática de la lectura en nuestro país, que según la última prueba PISA (2013) nos coloca nuevamente en la cola de la lista de países.

Escrito de manera ágil y apasionada, Eslava demuestra conocer bien el tema y transmite su pasión y sabiduría por la educación peruana y la lectura. Además, el libro está muy bien escrito y lleno de referencias librescas, cinematográficas, deportivas. Es cierto que no es un texto estrictamente académico y riguroso, sino que maneja la estructura libre del ensayo, y eso le otorga frescura, libertad, sin quitarle seriedad al tema tratado.

El libro de Eslava me recuerda por momentos al libro de Constantino Carvallo “Diario Educar”, a quien también menciona en el texto. Eslava logra plasmar un libro tan interesante y estimulante para quienes nos dedicamos a difundir la lectura, que por momentos nos hace recordar al brillante libro de Carvallo. Al igual que él, Jorge Eslava es de esos educadores comprometidos con la educación y que merecen nuestra más sincera admiración por dedicar su vida a este hermoso oficio. Sin duda, un libro muy recomendable.