domingo, 6 de septiembre de 2015

La distancia que nos separa

El escritor y periodista peruano Renato Cisneros (1976) publicó este año La distancia que nos separa, un libro que trata sobre su padre, el fallecido general El Gaucho Cisneros (1926-1995), quien fue ministro durante los gobiernos de Morales Bermudez y Fernando Belaunde. Con tres poemarios en su haber (se incio como poeta), con dos novelas publicadas (que tuvieron su germen en su blog) y su libro Busco Novia, La distancia que nos separa representa un avance cualitativo notable en la obra de Cisneros. Representa también una obra de madurez. Y no es casual que su autor publique este libro a los 39 años, ya que está dejando la juventud y este libro representa una deuda pendiente consigo mismo, una deuda que tenía que saldar con él y con su padre.

Este libro no se puede calificar en cuanto a género, pero mezcla el reportaje y la biografía con la ficción. Y eso mismo lo señala Cisneros en la parte final del libro: "Una mañana entendí que no quería hacer un perfil [de mi padre] ni una biografía ni un documental; que necesitaba llenar espacios blancos con imaginación porque mi padre también está hecho -o sobre todo está hecho- de aquello que imagino que fue, de aquello que ignoro y que nunca dejará de ser pregunta". Ahora, el libro en sí es una búsqueda, una profunda indagación de Cisneros de aquella figura que lo marcó: su padre. Un hombre tan distante de él, pero a la vez tan parecido que, pese a que falleció cuando Cisneros solo tenía 19 años, dejó una profunda huella en él. Más aún,  ese volver o reconstruir el pásado de su padre o responder esas preguntas que nunca le quedaron claras, representa una manera de cicatrizar o sanar heridas dentro de él. Heridas que parecían cicatrizadas, pero que Cisneros descubre que siempre estuvieron ahí y que se debían a su pasado y a su relación con su padre. El libro también es un homenaje a ese hombre que amó y ,a veces, odió.

La primera parte del libro es brillante, bien escrito, lleno de pasión, de cólera, de sinceridad, como si cada palabra brotara del alma del escritor. Además, es inevitable durante la lectura no asociar esa compleja relación entre padre e hijo con la relación que uno tiene con su padre. O que no te conmuevas por algún pasaje que hace que una lágrima asome por tu rostro. Pero conforme avanza el relato, el libro pierde la potencia del inicio (aunque siempre resulta interesante). Personalmente, siento que a partir del capitulo 7 (el capítulo más largo) -donde se cuenta la trayectoria política del Gaucho Cisneros desde que fue ministro de Morales Bermudez (mediados de los años 70) hasta su frustrada postulación para el Congreso (en 1995)- el libro pierde esa fuerza  de sus primera páginas. Tal vez porque se vuelve un reportaje (muy interesante), pero pierde ese componente ficcional o imaginativo. No estoy seguro. Asimismo, los últimos capítulos, aunque están bien escritos, y la parte final que trata sobre la muerte del Gaucho resulta conmovedora, ya la tensión narrativa no es la misma, pues ya intuyes por dónde va la historia y su desenlace.

Sin embargo, haciendo las sumas  y restas, La distancia que nos separa de Renato Cisneros, es un buen libro, muy bien escrito, que es un homenaje y una indagación a la figura de su padre. Y sobre todo, y de ahí su gran valor, es una aguda reflexión a la compleja relación que cada uno tiene con ese hombre que te dio la vida, y que algún día nos dejará, y del cual somos tan diferentes pero a su vez tan parecidos.