miércoles, 29 de junio de 2016

Narrativa norteamericana clásica (Antología)

Acabo de leer una espléndida antología de cuentos estadounidenses (del siglo XIX e inicios del XX), de la editorial peruana Ecoma, a cargo del editor Eduardo Congrains Martín (¿es Enrique Congrains el autor de "El niño de junto al cielo"?), de 1973, y he quedado maravillado. Muy buena antología, que incluso cuenta con una interesante introducción del crítico Tomás  G. Escajadillo. Todos los cuentos, salvo uno o dos, son buenos y sirven para ofrecer un fresco sobre la rica narrativa norteamericana antes de que aparezcan los grandes y modernos escritores estadounidenses del siglo XX: Ernest Hemingway y William Falkner.

Entre los autores y cuentos que sobresalen, tenemos los siguientes: "Rip Van Winkle", de Washington Irving, un cuento que empieza realista pero deriva en lo fantástico; el clásico "El barril del amontillado", de Edgar Allan Poe; el cuento largo clásico "Bartleby", de Herman Melville; el divertidísimo "La célebre rana saltadora del distrito de Calaveras" de Mark Twain; el  relato "La suerte de Roaring Camp", de Bret Harte, que conmueve por su trágico desenlace y por retratar la vida del salvaje Oeste; "Un suceso en el Puente", de Ambrose Bierce, que es la historia de un hombre que va a ser ahorcado y se nos cuenta su historia con saltos de tiempo y un desenlace inesperado. Además, tenemos el instrospectivo y excelente relato "Cuatro encuentros", de Henry James; el magnífico "El hotel azul", de Stephen Crane, tal vez, el mejor cuento de la antología junto con "Preparar un fuego", de Jack London. Finalmente, destacan el entrañable "Phoebe, la ausente", de Theodore Dreiser; el excelente cuento introspectivo "El caso de Pablo", de la narradora Willa Cather (la única mujer de la antología) y "Quisiera saber por qué", de Sherwood Anderson, a pesar que el conflicto del protagonista adolescente, en la época actual, ya resulta caduco.

En síntesis, esta antología norteamericana de editorial Ecoma está muy bien hecha y cumple con el objetivo de ofrecernos una rica visión sobre la narativa norteamericana clásica del siglo XIX e inicios del XX. ¡Muy recomendable!


lunes, 20 de junio de 2016

Si me hiciera un tatuaje...

Si me hiciera un tatuaje, me colocaría, en mi antebrazo izquierdo, al igual que el tenista suizo Stanilas Wawrinka,el siguiente pensamiento motivador del dramaturgo irlandés Samuel Becket. Francamente, hermoso.

"Ever tried. Ever failed. No matter. Try again. Fail again. Fail better" (Samuel Becket)

Traducción: 
"Siempre intentaste. Siempre fallaste. No importa. Intenta otra vez. Falla de nuevo. Falla mejor".


martes, 14 de junio de 2016

¿Vale la pena seguir escribiendo?

Me falta corregir un cuento, para terminar mi libro. La verdad siento, salvo uno que otro relato, que el libro aún no cuaja y falta trabajarlo más (pero ya llevó años trabajando éste y ya es hora de concluirlo). No importa, ya me prometí que de este año no pasa. Por otro lado, en estos meses de escritura o corrección final he sido consciente, más que antes, de mis limitaciones, de la sensación o casi certeza de ser "un escritor limitado". Sin embargo, eso no me desanima a terminar mi libro y hacerlo lo mejor que pueda con mi pequeño talento. Creo que el problema no radica en si tienes un gran o pequeño o nulo talento, la cuestión está en escibir eso que te nace de las entrañas y dar tu vida por eso. Escribir, al fin y al cabo, es una deuda contigo mismo y no con los demás (aunque, claro, lo ideal es que lo que escribas tenga calidad y conecte con los lectores).

No obstante, lo que sí me ha hecho dudar sobre seguir escribiendo, luego de terminar este libro, es si realmente vale la pena escribir. Personalmente, durante el proceso de corrección final, me he sentido muy sensible (demasiado diría yo) y he sentido, emocionalmente, que me siento más débil, con menos confianza en mí; es decir, como si en vez de fortalecer mi mente, mi actitud, estuviera regresando a aquellas épocas de inseguridad adolescente. Y es que valgan verdades, la literatura, en gran medida, está poblada de protagonistas insatisfechos, perdedores, quebrados emocionalmente, vacíos, heridos, solitarios, que no conectan con la gente o el mundo que lo rodea. Y ahora que uno ya es adulto, y tiene que fortalecer su actitud positiva frente a la vida, estos personajes de la literatura no contribuyen a esa meta. Igualmente, escribir nace de una herida y volver a recordar esas heridas, que ya tenías olvidadas o cicatrizadas, duelen y afectan el alma. Por eso, me pregunto, ¿vale la pena seguir escribiendo? Por otro lado, sé que escribir a veces es una terapia, que te ayuda a conocerte a ti mismo, pero una vez que ya te conociste, ¿no es mejor olvidar el pasado y labrar un futuro exitoso?

Una solución a lo anterior, pienso, sería dejar de escribir historias tristes, melancólicas, que no hablen de derrotas o fracasos, sino de triunfos. ¿Pero eso no empobrecería mis relatos? Lo más seguro es que sí. Finalmente, la literatura no da dinero, y a mi edad, ya uno es consciente, de la importancia de lo material, que no lo es todo (por supuesto), pero sí es fundamental para necesidades básicas de la vida. Entonces, me pregunto, ¿no será hora de dejar de pensar en seguir escribiendo y comenzar a asegurar mi futuro económico a pesar de que, en el fondo, eso no te dé la felicidad? ¡Hay que buscar el punto medio, esa es la cuestión!

En todo caso, voy a terminar de escribir ese bendito libro y luego ya veré.