miércoles, 28 de noviembre de 2018

El miedo a intentar

Lo veo a diario. Sobre todo en las personas adultas. Incluso lo veo en mí mismo. Es el miedo a intentar. Ese mismo miedo que uno tenía de adolescente y que creíamos ya superado, pero que, debido a malas experiencias, volvió a instalarse en nuestro ser. Es el miedo a expresar lo que sentimos, lo cual nos lleva a pensar tres veces (o miles) antes de intentar o decir algo. Por ejemplo, recuerdo haber escuchado a un arquero peruano decir que muchos arqueros nunca salen de su arco jugando, porque, seguramente, una vez perdieron el balón, y ya tienen miedo de salir. Recuerdo también a un amigo empresario que me señaló que muchos empresarios, al fracasar en su primer emprendimiento, ya no vuelven a intentarlo porque dicha experiencia fue como "leche caliente que se les derramó en la cara". Lo veo, asimismo, en amigas que son madres solteras y se les hace difícil volver a darse la oportunidad de conocer a otra persona, porque tienen miedo a sufrir. Más aún, a veces,  yo me veo dudando de expresar mis sentimientos, ya que esto podría ser considerado una debilidad por la otra persona. ¡Y realmente me parece absurdo! 

Es bien humano tener miedo a fallar, pero debemos seguir intentando, es la única forma de crecer, de aprender, de vivir. Es como el deportista que está en una racha de fracasos (le ocurre incluso a los mejores), pero que sigue intentando y trabajando fuerte, hasta que comienza a obtener victorias y se va acercando a su meta. El dramaturgo Samuel Beckett lo refleja muy bien en su brillante pensamiento: "Siempre intentaste. Siempre fallaste. No importa. Intenta otra vez. Falla de nuevo. Falla mejor". Es decir, Becket nos alienta a fallar, porque el éxito está en perseverar, en aprender de nuestros fracasos y seguir intentándolo hasta el final, sin perder el optimismo.  


lunes, 26 de noviembre de 2018

Open. Memorias de Andre Agassi.


En el 2009, se publica el libro Open. Memorias, el cual es una autobiografía del ex tenista estadounidense Andre  Agassi (1970), ganador de 8 Grand Slams y medalla de oro individual en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996. Aunque el nombre de Andre Agassi sale en la portada, el verdadero autor del libro es J.R. Moehringer, un escritor y periodista ganador del premio Pulitzer, quien se mudó a Las Vegas, Nevada, y durante un año se reunió a diario con Agassi y lo entrevistó a profundidad;  luego de grabadas las conversaciones, les dio forma en un ameno y profundo relato.

Open.Memorias se inicia antes del penúltimo partido en la carrera de Agassi, en el 2006, en el Open de Estados Unidos, frente al chipriota Marco Baghdatis, por la segunda ronda del torneo. Ya en ese entonces, Agassi contaba con 36 años y sufría de dolores intensos en la espalda. Debido a esto, le aplicaban inyecciones de cortisona para aplacar el dolor. Gracias a esto, Agassi llega a salir a la pista y realiza un largo y épico partido en el que termina derrotando a Baghdatis. Ya desde la primera página, Agassi nos confiesa un gran e inesperado secreto: “Juego al tenis para ganarme la vida, aunque odio el tenis, lo detesto con una oscura y secreta pasión, y siempre lo he detestado”.

Luego, la historia se remonta a los primeros años de infancia de Agassi. A cómo su padre, un hombre autoritario y frío, hizo de él una máquina del tenis desde que era un crío de 3 o 4 años. De cómo su padre, en La Vegas, Nevada, construyó una cancha de tesis en el patio de su casa (y una máquina lanza pelotas llamada El Dragón) e hizo practicar  a Agassi y sus hermanos mayores para que algún día sean tenistas profesionales y futuros campeones. Por supuesto, solo el pequeño Agassi logró el gran sueño de su padre, pero dentro del frágil niño se incubó una relación de amor y odio con el tenis, ya que fue una pasión que no nació de él, sino que le fue impuesta. Más aún, si perdía en algún partido amateur, no solo tenía que aguantar su frustración, sino también la cólera y las palabras duras de su padre. Fue también debido a su progenitor, que terminó, a los 12 años, dejando Las Vegas para viajar a la Florida e incorporarse a la escuela de tenis de Nick Bolletieri, la cual parecía un cuartel militar a la que estuvo confinado varios años.

Este libro, muy bien escrito y narrado, cuenta al detalle la carrera de Agassi como tenista, sus primeros triunfos y derrotas, sus épocas gloriosas y sus etapas de fracaso, sus victorias en los Grand Slams y torneos importantes del circuito de tenis, sus partidos históricos, sus rivalidades con Pete Sampras, Thomas Muster, Boris Becker, Jim Courier, Michael Chang, entre otros. Además, y sobre todo, Open es un viaje a la mente de Agassi, a sus conflictos interiores, a su amor y odio por el tenis, a sus dudas y contradicciones, a su miedo a fracasar, al dolor de perder, a la búsqueda del balance para encontrar su mejor tenis, a sus amores y pasiones.

Cuando uno termina de leer este libro, siente que ha conocido al tenista, siente que Andre Agassi ha dejado de ser ese ídolo inalcanzable y se ha convertido en un humano como cualquiera de nosotros, con dudas y temores; que muchas veces pensó en abandonar su carrera tenística, que muchas veces se sintió vacío y desolado, que muchas veces cuestionó su talento, pero que descubrió –como todo en la vida– que a pesar de que nada es perfecto, el éxito consiste en persistir, en aguantar, en dejar lo mejor de uno en cada cosa que hagamos. Y eso lo hace a Agassi más admirable.

Pese a que el epílogo es la parte más débil del libro, ya que parece un publirreportaje sobre la fundación de Agassi que ayuda a niños (y que pudo obviarse), Open es realmente una autobiografía conmovedora y aleccionadora, cuya lectura resulta muy amena, y que no tiene nada que envidiar a las mejores novelas por su prosa y profundidad psicológica. Muy recomendable.


viernes, 9 de noviembre de 2018


Cambio de palabras, del periodista peruano César Hildebrandt (1948), es una recopilación de interesantísimas entrevistas que realizó entre 1971 y 1992 a importantes personajes del país, en su mayoría políticos, escritores e intelectuales. La primera edición del libro data de 1981, pero en esta segunda edición (de 2008) se reúne 25 entrevistas. Hildebrandt entrevista, sobre todo, a relevantes figuras de la política peruana de aquel entonces: los años setentas e inicios de los ochentas. Precisamente, la primera entrevista del libro es al líder histórico del APRA, Víctor Raúl Haya de la Torre. Otros políticos y presidentes renombrados que también aparecen son el general Juan Velasco Alvarado (presidente del gobierno revolucionario de 1968 a 1975) y Fernando Belaúnde Terry, líder de Acción Popular. Esta entrevista se realizó en 1980, poco antes de que fuera nombrado presidente por segunda vez.

 

Llama la atención en Hildebrandt su estilo punzante, confrontacional, de ataque directo al entrevistado. En estas entrevistas el periodista los enfrenta, les lanza preguntas sin anestesia, para sacar un pedacito de verdad en estos políticos duchos en el arte del fingimiento, del disimulo. Y valgan verdades, lo consigue. Hildebrandt muestra las contradicciones de aquellos políticos, sus vacilaciones, sus furias, sus resentimientos, su lado humano en suma. En estas entrevistas, en las que aparecen personajes como Pedro Beltrán, Enrique Chirinos Soto, Hugo Blanco, Alfonso Barrantes Lingán, Luis Alberto Sánchez, Luis Bedoya Reyes, Javier Valle Riestra, ninguno sale indemne. Estas entrevistas son fieles retratos de la coyuntura política de aquella época, pero también es un retrato humano de cada uno de estos personajes, como una pequeña postal o viñeta biográfica. Asimismo, resalta que estos políticos, en comparación con la actualidad, eran más preparados, más cultos. Hay un mundo de ideas en torno a todos ellos, un conjunto de ideales, aspiraciones (contradictorias muchas veces, pero sin duda estimulantes). Se nota, además, que había partidos políticos o, al menos, un intento por fortalecerlos. Debo acotar que he descubierto a políticos peruanos que solo escuché de oídas, pero que resultaron fundamentales en su tiempo: me refiero a Jorge del Prado, Héctor Cornejo Chávez y Andrés Towsend.

 

Por otro lado, hay también entrevistas a intelectuales peruanos como Julio Cotler, Aníbal Quijano, Pablo Macera, todas ellas muy interesantes.  Destaca la lucidez de Quijano, un intelectual de izquierda, fallecido este año. Asimismo, encontramos entrevistas entrañables a escritores renombrados como Mario Vargas Llosa, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Alfredo Bryce Echenique, Manuel Scorza y Juan Gonzalo Rose. Cuando Hildebrandt deja de lado la política y aborda la literatura, deja de lado el estilo confrontacional y adopta un tono más íntimo y relajado (en el buen sentido).


En suma, Cambio de palabras es un libro altamente recomendable y muestra que la entrevista es un género fundamental del periodismo. Aquí Hildebrand logra hacer arte con este género, pues nos deja imágenes perdurables sobre sus entrevistados, que dejan de ser meros personajes para convertirse en personas de carne y hueso.