sábado, 29 de septiembre de 2012

La felicidad ja,ja


La felicidad ja, ja (1974) es el segundo libro de cuentos del peruano Alfredo Bryce Echenique, luego de Huerto cerrado (1968), su primer libro de relatos. La verdad es que este segundo libro es irregular. Por supuesto que se ve el talento del escritor en cuentos como “Eisenhower y su Tiqui-tiqui-tin”, “Baby Schiaffino”, “Muerte de Sevilla en Madrid” y, en menor medida, la interesante “Florence y Nós tres”; pero los demás relatos no están logrados. Más aún, “Muerte de Sevilla en Madrid”, que es un buen cuento, empieza muy bien y es comiquísimo, pero al final parece decaer en intensidad. Pareciera que Bryce hubiese necesitado de un editor que “meta tijera” a sus relatos. Me recuerda, pues, a esa consigna de los maestros del género que aconsejan que el cuento debe solo tener el número de palabras necesarias, ni una más ni una menos. Y yo siento que Bryce, en mi humilde opinión, abusa de palabras que podrían haber sido prescindibles. Como que se va por las ramas y nos desvía de la trama que nos va contando.

Sin embargo, y como ya señalé, los tres cuentos arriba mencionados son buenos cuentos, en los que el talento de Bryce resulta evidente, impregnando un estilo inconfundible: aquel que muestra la tristeza, la nostalgia, la desazón de una vida mediocre o frustrada mezclada con un humor entrañable. Eso de por sí ya es un gran logro. Además, encuentro una vinculación con los personajes de los cuentos de Julio Ramón Ribeyro, al menos en este libro. La razón es que los personajes de Bryce en La felicidad ja,ja, son también seres fracasados, anodinos, que son conscientes de su falta de valor, pero aun así resultan mágicos, atrayentes.  

viernes, 28 de septiembre de 2012

Diario de un profesor (3)


5/6/2012
A veces, una mala clase te enseña más que una buena, pues te ayuda a replantear tu método de enseñanza, a preguntarte qué estás haciendo mal o bien, a cuestionar si el problema eres tú o los alumnos. Normalmente, la respuesta está al medio.

10/6/2012
Un profesor es como un actor: no importa si tiene problemas, si está de mal humor, si está desmotivado, si está enfermo, porque, igual, cuando entra al salón de clases tiene que olvidarse de sus problemas y hacer “la mejor actuación” que pueda para cautivar al público espectador. No importa si no recibe aplausos, igual tiene que dejar lo mejor de sí en el “escenario”.

 
22/6/2012
Enseñar es impredecible. A veces, tu salón problema con el tiempo se vuelve en un buen salón, debido, tal vez, a tu empeño. Sin embargo, aquel aula que consideras tranquila o normal, de un día a otro, y sin motivo aparente, se vuelve en un salón problema que te hace sudar frío o te pone en aprietos impensables. Eso es lo que me ocurrió con un salón de colegio (4° de secundaria): las dos últimas clases, en especial la última media hora, el aula se vuelve un desbarajuste y tengo que estar callándolos a cada rato. Menos mal que ha acabado el bimestre y tengo dos semanas de respiro, de break; pero tengo que ir pensando en una estrategia para remediar el problema.

24/6/2012
Corregir exámenes, prácticas, he ahí el dilema. En mi corta experiencia docente (4 años), corregir exámenes ha sido una de las partes más laboriosas y complicadas, incluso, tal vez, más que enseñar. Te puedes pasar días enteros corrigiendo y corrigiendo. Claro, sería fácil, como he escuchado que hacen algunos colegas, corregir “al vuelo”, aprobar a todos y listo. Pero no. Prefiero ser tortuga, renegar un poquito, pero al menos tener la paz interior y la satisfacción de hacer bien mi trabajo…El día que ya no quiera corregir (me refiero a corregir bien), me dedicaré a otra cosa.

 
1/8/2012
Hasta los 13 años era un aplicado alumno ubicado entre los 5 primeros de mi salón). Sin embargo, cuando entré a la adolescencia, no sé por qué, se me desaparecieron las ganas de estudiar. Me convertí en un estudiante flojo, mediocre. Y esto me duró hasta los 22 años. Por tanto, jalé muchos cursos y aprobé muchos otros con notas mediocres. Recién a partir de los 23, no sé por qué, me volví un alumno estudioso y responsable, que buscaba recuperar el tiempo que había perdido. Ahora que enseño –vaya paradoja- y tengo que lidiar con chicos perezosos y desmotivados, siento empatía por ellos y trato de incentivarlos dentro de mis posibilidades. Sin embargo, soy consciente de que no soy quién para exigirles que sean responsables (pues no soy un buen modelo) y son ellos mismos quienes tienen que encontrar la motivación, tal como un día yo hice conmigo.

 
7/8/2012
He retomado la enseñanza hace un año y medio. Uno de mis defectos: Todavía no sé controlar mi energía. Me desbordo, “corro” con las palabras cuando veo que estoy perdiendo la atención de los alumnos. Y no me doy cuenta que, así como en una película, también tiene que haber momentos calmos, tranquilos. Los estudiantes necesitan dosis de “acción”, pero también momentos de “tranquilidad”. Por tanto, no debo “correr” solamente, sino, a veces, debo “caminar” para que el alumno “camine” conmigo. Así, él disfrutará más la clase y yo también.

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¿Puede un profesor disfrutar su clase? ¿Será esto un requisito indispensable para que el alumno también disfrute?


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Una de las cosas que más me gusta y, a la vez, menos me agrada de enseñar: el no saber qué va a pasar en la siguiente clase.

15/8/2012
Un día, un tío, que tenía su chacra, me dijo: “En la chacra, uno trabaja bastante, pero no se nota mucho el trabajo”. Igual yo podría decir del oficio de enseñar: “Uno como profesor trabaja bastante, pero no se nota mucho el trabajo”. Alguien que no conoce la profesión, pensaría que el profesor se la lleva fácil. Trabaja pocas horas y el resto del día está en su casa o en la calle vagando. No es así, al menos no en el caso del buen profesor. El trabajo visible, es cierto, está en las horas que uno dicta al día (que pueden ser de 4 a 6, más o menos), esas horas en las que uno está frente a los alumnos en un salón de clase.  Sin embargo, la mayor parte del trabajo –y a veces, el más difícil y sacrificado- está en el “trabajo invisible”, aquel que no se ve y que realiza el profesor en solitario: las horas que dedica a preparar su clase (que no es una o dos, sino muchas más) y las que dedica a corregir exámenes (uno se puede pasar días corrigiendo). En suma, no subestimemos el oficio del profesor, que éste chambea y se sacrifica al igual, y a veces más, que cualquier otra profesión.   

domingo, 16 de septiembre de 2012

Batman: comics y películas


Estas dos últimas semanas me he pasado viendo películas y comics de Batman. Comencé con las películas de Christopher Nolan, “Batman inicia” (2005) y “El caballero de la noche” (2008). Luego, me puse a leer los comics publicados por Perú 21, “Batman Año 1”, “Batman Año 2”, “Una muerte en la familia” y “Batman Husch”, todos estos pertenecientes a DC Comics. Finalmente, hoy domingo, vi la película “Batman returns” (1992), del director Tim Burton.

Pues bien, al respecto, debo comenzar diciendo que las películas de Nolan son muy buenas y más oscuras con respecto a la película de Burton. La de este, sin embargo, tiene otra sensibilidad y otro  tratamiento (no tan oscuro, y llevado al humor –excelentes Danny de Vito y Michelle Pfeiffer en los papeles del Pingüino y Gatubela-), pero también es una buena película.  
En cuanto a los comics, sobresale de lejos “Batman Año 1” (1987) que tiene como autores a Miller y Mazzucchelli. Este es un Batman más para adultos, más complejo, más rico y más emparentado por tanto con el trabajo que hace Christopher Nolan en el cine. Más aún, veo una relación directa entre el trabajo de Miller y el de Nolan. Sin embargo, los demás comics no tienen el mismo nivel y su tratamiento es más simplista. Por ejemplo, en “Batman Año 2”, que gira en torno al enfrentamiento de Batman y El Cegador, el desenlace es superficial, abrupto y carece de interés. Igual ocurre con “Una muerte en la familia”, en la que se cuenta las aventuras de Batman y Robin en busca de la madre de este y su lucha con el Joker. Digamos que estos dos comics parecen más orientados a un público adolescente, pero en el mal sentido de la palabra. Por último, “Batman Hush”, es más complejo, oscuro, más para adultos, pero no llega al nivel y el talento que sí aparece en el “Batman año 1” de Miller.

Claro, el mundo de Batman, creado por Bob Kane y de propiedad de DC Comics, es infinitamente superior y yo solo he abarcado un, digamos, 5 %, por ser generoso conmigo. Basta decir que Batman, como cómic, salió al mercado en 1939, y en 1941 se lanzó “la primera versión para televisión” (Wikipedia). Es decir, queda todo un mundo, en torno a Batman, por explorar. Continuaré con la primera película de Burton sobre el héroe encapuchado: “Batman” (1989).     

Posdata: ¿Por qué no emplear estos comics y películas de Batman en una clase de literatura para estudiantes de colegio? Sería una experiencia interesante y una forma de enganchar a los alumnos en la lectura y el arte.    

domingo, 9 de septiembre de 2012

Diario de un profesor (2)


El profesor Aliaga fue mi profesor de Arte de 1° a 4° de primaria. Recuerdo sus clases en el aula de arte (un salón largo y oscuro), donde nos manchábamos de pintura las manos y los mamelucos con los dibujos que hacíamos. Recuerdo mi emoción cuando el profesor Aliaga, pequeñito, de pelo corto y anteojos, me ponía un 18 y, a veces, un 20. Pasaron los años y ya en 5° de secundaria, me volvió a enseñar el profesor Aliaga, un curso que no era Arte pero que estaba relacionado. Había pasado 7 años desde la última vez que llevé con él. Ahora estaba más canoso, pero, sobre todo, y es lo que más recuerdo: se había vuelto un hombre serio y que sonreía a cuentagotas. Su clase no me enganchó. A veces, me preguntaba: ¿qué pasó con el profesor Aliaga, ese profesor sonriente y bonachón, que nos enseño Arte en primaria? Nunca pude contestar esa pregunta…

Ahora que han pasado los años, y me dedico a enseñar, lo entiendo un poco más a él: seguramente, los problemas de la vida, laborales o familiares, lo agobiaban en ese momento; tal vez, la vida lo había endurecido; tal vez, había perdido la pasión inicial por enseñar…A muchos les pasa eso. ¿Nos pasará a mí o a ti?