lunes, 26 de febrero de 2024

Recuerdos del colegio (2)

Este pudo ser un capítulo de la serie Los años maravillosos. Estabamos en segundo de media en un colegio católico de varones. Ese viernes, el rumor se propagó en las últimas dos horas de clase como una onda expansiva que comenzó a producir rápidamente estragos entre los alumnos. Incluso, los estudiantes más díscolos y palomillas enmudecieron de pronto y se los veía pálidos y nerviosos. El rumor que corría era que iba haber un examen médico en el cual nos iban a desnudar, delante de todos, e iban a examinar nuestros genitales. Todos estaban horrorizados, muertos de miedo. Algunos cuestionaban mortificados la utilidad de dicho examen, otros palidecían ante la idea de que les vieran el exiguo tamaño de su miembro viril y el escaso o nulo vello púbico que tenían (yo era uno de ellos) y otros, más esperanzados, se aferraban a la idea de que el examen se pospondría. Sin embargo, la hora llegó y todos, en filas, enrumbaron en dirección al departamento médico. Parecíamos condenados a muerte dirigiéndose a la guillotina. Una vez llegados, fuimos ingresando en grupos de 10 en 10, y los doctores nos iban pidiendo que nos bajáramos los pantalones y con unos guantes palpaban por unos segundos nuestros genitales que parecían haberse encogido. Cuando terminó el examen, todos parecíamos aliviados, como si nos hubiesen perdonado la vida. Nunca más nadie habló del asunto, como si todos los estudiantes hubiesen sido víctimas de amnesia severa.

martes, 13 de febrero de 2024

Metamemorias, de Alan García

 

Metamemorias es el libro autobiográfico del expresidente del Perú, en dos ocasiones, Alan García Pérez (1949-2019), quien se quitó la vida en abril del 2019 cuando iba a ser detenido, preliminarmente, por el caso Odebrecht. En este libro de 500 páginas y 12 capítulos, García cuenta su vida y quiénes fueron las personas que más influyeron en su vida (su abuela Celia, su padre Carlos y el fundador del Apra, Víctor Raúl Haya de la Torre). Además, su ingreso al Apra cuando era adolescente, su ascenso hasta ser candidato, su primer y fallido gobierno, el destierro, su segundo gobierno, y lo que ocurrió tras la llegada de Ollanta Humala al poder en el 2011. Llama poderosamente la atención la cultura vasta de Alan García en temas de historia, filosofía, economía, literatura, pintura, música, psicología, etc. Asimismo, García procede de una familia aprista, ya que tanto su abuela Celia como su padre Carlos son militantes del partido de Haya, y su padre sufre prisión y destierro largos años. Incluso, debido a esto, a los 3 o 4 años, García recién conoce a su padre y eso puede explicar por qué decide acabar con su vida suicidándose: no quería pasar por lo que padeció su progenitor. Por lo leído, García y el APRA tenían una sólida ideología basada en el honor y la lealtad, y ese es otro elemento a tomar en cuenta.

Es cierto que el libro peca a veces de una mirada benévola con los aciertos y errores del propio García en sus dos mandatos, mientras que es muy severo con sus enemigos (Vargas Llosa, por ejemplo). Pero también es cierto que el dos veces presidentes del Perú (1985-1990 y 2006-2011) hace una autocrítica de sus principales desaciertos y se defiende de los delitos de los que se le acusa: el Metro 1 de Lima, la compra de los aviones Mirage, el caso de los Petroaudios, la conferencia por el caso Odebrecht, las matanzas en los penales, etc. Y valgan verdades, García llega a persuadir al lector de que tal vez fuimos demasiado injustos con él y que el demonio que crearon sus enemigos y los medios de comunicación no era tal. Claro, no soy tan ingenuo para poner mis manos al fuego por el exlíder aprista, pero el libro guarda ciertos argumentos e ideas que te hacen pensar que mucha de la "leyenda negra" que se creó en torno a él formaba parte de la lucha por el poder y acabar con el enemigo.

En suma, hay que leer este libro para entender la política desde la perspectiva de un actor político principal y para analizar la política desde una mirada más serena, objetiva y menos distorsionada por las pasiones. 

viernes, 9 de febrero de 2024

Diario de un profesor (89)

M es un alumno al que enseñé en el primer ciclo y desaprobé. Un año después, tomando lista al inicio de ciclo, lo vi y lo reconocí pero no le dije nada. Se lo veía más maduro (físicamente) y se había matriculado en el curso nuevamente conmigo. Pensé que esta vez sí iba a poner de su parte. Pero me equivoqué. En las primeras semanas, salvo las primera que sí asistió, casi ni lo vi. A la tercera semana, recibo un correo de Estudios generales indicándome que M está llevando el curso por tercera vez y debo hacerle  un seguimiento. A la siguiente clase, tomando lista, aproveché para decirle que deseaba conversar con él al final de la clase, y me asintió con la cabeza. Sin embargo, al final no se quedó. Y así, dos veces. Debido a sus ausencias, M desaprobó la primera evaluación del curso con 04 y no entregó varios trabajos o no los realizó. 

Decidí entonces conversar con él y se comprometió a poner de su parte en la segunda  parte del curso. No obstante, pese a que lo podían expulsar de la universidad, su esfuerzo resultó intermitente y débil. Es cierto que comenzó a asistir con mayor regularidad, pero veía que se iba antes de la hora y, en ocasiones importantes, faltaba. Obtuvo 12 en los dos siguientes exámenes, y 13 en la exposición. Sin embargo, su 04 inicial y los trabajos grupales que no realizó lo llevaron a desaprobar el  curso con 10. Más aún, el día que le tocaba la exposición final y necesitaba un 17 o 18 para aprobar, no se presentó aludiendo que se había enfermado. Le di una segunda oportunidad, aunque le desconté 2 puntos, y obtuvo 13. Pero no bastó. 

Viendo el caso de M, pienso que hay alumnos que no se dejan ayudar. Traté dentro de mi alcance de motivar a M, incluso lo ayudé con las asistencias (sobrepasó el límite de inasistencias que lo hubieran hecho desaprobar antes), y le dejé dar su exposición final, mas ni aún así. 

Espero que M, como yo de joven, madure con estos reveses de la vida. Creo que siempre se puede enmendar el camino, todo es cuestión de aprender de nuestros errores y esforzarnos al máximo.