Todo esto me hizo pensar en la labor del docente. Me he topado con profesores (un 15 o 20%) que confiesan que se divierten enseñando. Yo los escucho entre admirado e incrédulo, pero no es mi caso. A mí me gusta enseñar, sin embargo, al igual que Batistuta, no lo disfruto durante la clase. Y no porque no me guste enseñar, sino porque me demanda tanta concentración y energía (física y mental) el tratar de brindar una buena clase y captar la atención de los alumnos, que estoy demasiado tenso para gozar. El disfrute recién lo siento cuando veo que he realizado (o estoy realizando) un buen trabajo y los estudiantes parecen satisfechos.
Sé que no hay reglas y que cada persona (o profesor) es diferente, pero así me ocurre a mí hasta ahora. Espero algún día divertirme durante las clases, no tomármelo tan en serio, no obstante, temo que la "calidad" de estas puedan disminuir.
Adjunto entrevista a Gabriel Batistuta:
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