martes, 22 de diciembre de 2020

Diario de un profesor (73)

En marzo del 2021, cumplo diez años ininterrumpidos dedicados a la docencia (dicté dos años y medio más, pero era solo uno o dos veces por semana). En general, el balance ha sido positivo y todavía me queda bastante por aprender. Hubo momentos buenos, regulares y también malos, pero haciendo las sumas y las restas, el resultado es positivo, sin duda. Veo también que he crecido. Comencé dictando, durante dos años, en un colegio y en una academia preuniversitaria. Luego pasé a enseñar en un instituto, en el cual estuve cinco años y medio. Seguidamente, pasé a ser asistente de cátedra en una universidad, por espacio de cinco años. Y recién en marzo de este año, comencé como docente en una universidad, aunque, por el tema de la coyuntura del Covid 19, fui un profesor universitario en modalidad virtual. Por si fuera poco, los alumnos me calificaron bien en las encuestas, y salí con un alto puntaje en mi desempeño docente. Claro, además de los logros, también tengo pequeñas e invisibles heridas, pocas pero que están ahí, sin embargo, me han servido para reflexionar sobre mi práctica docente e intuir en qué debo mejorar. Lo qué sí tengo claro, en estos años que vienen, es que debo seguir preparándome (para escalar en alguna universidad más prestigiosa que me dé mayor estabilidad laboral y económica), y debo mantener la pasión y las ganas de seguir adelante. Y aguantar en los momentos difíciles. 

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