lunes, 15 de enero de 2024

Diario de un profesor (87)

Ingreso a clase y, mientras voy marcando mi asistencia en el sistema de la computadora, una alumna se me acerca. Tiene unos 18 años, es delgada y simpática. Es una estudiante educada y le cuesta el curso. De pronto, e inesperadamente, me dice: "Profesor, ¿me puede dar un abrazo?". Yo quedo perplejo un segundo, no sé cómo actuar en una circunstancia así; veo, a unos metros, en los pupitres, a sus compañeros, algunos de los cuales observan la escena. Luego, ella agrega en tono apesadumbrado: "¡Hoy he terminado con mi enamorado!". En ese momento, las dudas se me despejan y le respondo: "Por supuesto", accediendo a su pedido. Le doy un abrazo paternal. Después, la miro a los ojos y le digo, rememorando mi pasado: "Todos hemos pasado por eso [por una decepción amorosa]. La primera vez es una tragedia; la segunda también; pero después lo sobrellevas mejor. ¡Ánimo!". Y ella me mira más tranquila, me agradece mis palabras y se retira a su carpeta. Luego, prosigo con la clase, y recuerdo fugazmente, cuando a los 20 años, una compañera de mi facultad, me rompió el corazón por segunda vez, y yo estuve hecho jirones por meses.



 

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